miércoles, 12 de septiembre de 2012

Carrera secreta: no tanto (II)

Sin tatuajes
Al parecer, Tyler Hamilton va enseñando por ahí, dentro de las ruedas de prensa y entrevistas que concede por la publicación de su libro, la zona del cuerpo donde se pinchaba casi diariamente durante su experiencia de ciclista profesional. En su caso es la zona debajo del codo donde está la vena cubital media, un sitio difícil de ver por los pliegues, y que evita que se haya tenido que hacer el consabido tatuaje que adorna tantas pieles de ciclistas y deportistas profesionales.

Recordemos que, según los papeles de la Operación Puerto, el calendario de dopaje de Hamilton en su increíble 2003 (llegó a ganar la Lieja-Bastogne-Lieja) incluía estar picándose 200 días al año. El resultado es tener una zona de la piel llena de irregularidades, además de la conciencia bastante intranquila, tanto como para contar bastantes cosas de las que sabe.

Por haberlo vivido en piel propia. Cuando un ciclista habla y escribe de estas cosas, hay que tenerlo en consideración: no abundan los ejemplos, y lo que cuenta esclarece muchas cosas de la sociedad cerrada que es el ciclismo. Sólo hace falta ver el silencio con el que ha sido recibido en España, un silencio que va más allá de que esté escrito en inglés y que cada uno de para lo que de: han hecho igual que con Manzano. Acabamos de vivir "la mejor Vuelta a España de la Historia" (sic), no nos estropeen la fiesta contando la verdad.

En mayo de 2000, Lance Armstrong subió con Hamilton a su avión privado en Niza, donde entonces residía, y realizaron un pequeño vuelo hasta un aeropuerto español -con absoluta probabilidad Girona- donde ambos corredores se extrajeron sangre para ser reinfusionada dos meses después, durante la disputa del Tour de Francia. Bruyneel estaba presente. Al año siguiente Armstrong se instalaría en Girona.

Era una transfusión sanguínea: "con las otras cosas, simplemente era tomarse una pastilla o ver un poco de sangre manchando un algodón tras un pinchazo; aquí era ver cómo poco a poco una gran bolsa de plástico transparente se iba rellenando con tu propia sangre caliente y oscura. Son cosas que nunca se olvidan". No se olvida la primera vez, pero cuando se hacen muchas se llega a olvidar. Como todo.

"La siguiente semana estaba muy débil, sin fuerzas. Eso me impacto profundamente" Recuerden que era mayo y el Tour se aproximaba, y había que pasar por el Dauphiné. Imaginen a un ciclista que, de repente, ve como su estado de forma desaparece y se encuentra inane. "Mi fuerza ya no estaba en mis músculos, sino en la sangre, en esas bolsas".

Como ven, el libro está escrito de una manera infantil, pero no tiene por qué destacar por sus cualidades literarias, y menos en un mundillo que elogia una boñiga como el libro de Tim Krabbe, que parece un libro de autoayuda. De los malos. Este mismo personaje es autor de una frase que últimamente se escucha mucho: "Un aficionado al ciclismo, ante el dopaje, sólo puede encogerse de hombros". Pues vale: todos como Nosferatu.

"El Dr. Fuentes, para mí Ufe, me dijo a principios de 2004 que había comprado un nuevo tipo de congelador, más sofisticado. Lo llamaban "Siberia": permitía dejar congeladas varias bolsas de sangre de una sola extracción, evitándome tener que hacer una serie de viajes muy penosos a Madrid. Su uso costaba 50.000 dólares por temporada, más una serie de pagos adicionales en función de las victorias obtenidas".

Ya ven: de ir en avión a Girona -y después tener que vigilar que no se fuese la electricidad y echase a perder la sangre, como encargaron hacer a Landis- con Lance a poder tener la sangre almacenada y lista para usarse cuando se quisiese -prácticamente sin caducidad- con un solo viaje. Si Hamilton ya se sentía sin fuerzas con su primera bolsa extraída allá por el año 2000, no se como se sentiría cuando le sacaron tres de golpe en 2004, como consta en la ficha 4142 de la Operación Puerto.

"Con Ufe tenía un código para concertar el lugar donde haríamos la reinfusión, en plena competición. Poníamos en un SMS 167 y eso era el número de la habitación del hotel donde lo haríamos. Estaba siempre nervioso, temía que me pillasen. Así, cuando llamaban a la puerta y veía por el quicio que era Eufemiano, me levantaba de un respingo".  Ya ven que lo de Nosferatu no está tan mal traído.

"Después de la etapa del Ventoux en el Dauphiné 2004 [la del récord de la RDA de Ibán Mayo] me convocaron desde la UCI. No había ningún positivo, pero dejó con la mosca detrás de la oreja. Me pareció que aquella cita en la sede de la UCI era algo extrañísimo. En una etapa del Tour, Landis me dijo [por entonces todavía en el UsPostal, al año siguiente cogería el puesto de Hamilton en el Phonak] que Armstrong había llamado a Verbrugghen en persona, sugiriendo investigar al Phonak, porque seguramente estábamos usando alguna cosa nueva. No era verdad. Me quedé ciego de la rabia, me vinieron a la mente años de humillaciones. Así que fuí a buscar a Armstrong y lo mandé a tomar por culo. Fue una gran satisfacción".

Ya ven como era el texano. No le bastaba con ponerse hasta las trancas, es que -aprovechando su contacto con la UCI- señalaba con el dedo a los demás. Ese año también fue el encargado de difundir que Euskaltel iba con derivados sanguíneos de vacuno, el famoso Actovegyn. Mayo voló en Dauphiné y salió como co-favorito en ese Tour, aunque ahora resulte extraño y hasta grotesco. La UCI nunca pilló nada a los vascos, y su caída fue paralela a la caída de Jesús Losa a raíz del asunto Cofidis-Millar.

El pasaje es un buen argumento para todos aquellos que dicen que, como todos van igual, al final acaba ganando el mejor. Ni todos van igual, ni se juega limpio: como dice Hamilton en otro pasaje del libro, "Lance tenía una obsesión sobre si otros equipos podrían estar empleando medios y equipos más avanzados para el dopaje. Se puso totalmente paranoico en 2001 cuando se enteró que Ullrich había pasado el invierno en Sudáfrica, donde habían inventado una sangre sintética, el Hemopure".

Stand comercial de Hemopure en una feria de productos militares
El medicamento estaba a punto de ser comercializado en este país, que cuenta con una notable industria farmaceútica. ¡Sudáfrica! Por ahí también fue el CSC de Riis, Sastre y los Schleck en diciembre de 2006, concretamente en Somerset West. Repetirían los dos años siguientes. Será una casualidad, ¡con lo grande que es el mundo mundial!

El Hemopure tiene mucha historia: Sudáfrica es uno de los grandes mercados mundiales de sangre -por razones política ligadas al Apartheid y al dinero-, y se desarrolló para usos militares, "para usar cuanta menos sangre posible". Como las criogenizadoras siberias, robadas por la trama operativa de la Operación Puerto al Ministerio de Defensa.

No hay nada que temer: tanto Riis como Sastre han dicho que no conocían a Eufemiano Fuentes, también médico de ese Ullrich sudáfricano que provocó un brote de paranoia -felizmente superado- en Armstrong. Lástima que Hamilton haya dicho lo contrario, citando incluso el lugar y el momento en el que vio a Riis y Fuentes juntos. Y, de momento, todo da la razón a Hamilton, que ya no tiene por qué mentir, al contrario que los otros.
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Hoy se disputa el GP de Valonia, la preciosa prueba de un día belga con final en la ciudadela de Namur. Si no les parece suficiente atractivo, corren Freire, Boonen y Van Avermaet.
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Menchov, que siempre me ha parecido un gran tipo -especialmente porque no le sigue las gracias a los periodistas, cosa que les gusta nada-, se suma a la moda de adoptar un niño, como ya hicieron Horrillo (con el que mantiene una gran amistad) o Evans. Las tres fotos son preciosas. Bromas, las justas, y el resto a las cosas realmente importantes de la vida.