domingo, 1 de julio de 2012

Cancellara siempre escribe el guión de su derrota, Sagan corre sin guión

Brazos en jarra para la primera victoria
Absolutamente espectacular primera etapa del Tour. Pasará a la historia por el ganador, el sensacional   Peter Sagan, no por la etapa en sí, si no por ser la primera de la larga serie de victorias parciales, y quizás dentro de unos años final, del corredor eslovaco, que hoy ha corrido de manera genial, como un maestro, aprovechando a un corredor bastante estúpido llamado Cancellara.

La organización había propuesto un recorrido por la Valonia, con final en Seraing, habitual lugar de paso en la Lieja-Bastogne-Lieja. A pesar de eso, la etapa no era tan difícil como podía parecer.

En la escapada del día, con una climatología estupenda, iba compuesta por corredores de segunda fila pertenecientes a equipos de segunda fila, buscando liderar las clasificaciones secundarias que se ponían en liza; con esos preliminares, a Urtasun del Euskaltel le tocó disputar la clasificación de la montaña a Morkov, el estupendo danés que vale por la mitad del Saxo Bank, y que ya estuvo escapado durante toda la primavera.

El danés se llevó el honor, mientras los comentaristas del ciclismo hablaban de las jornadas por venir, otra muestra más de su amor por este deporte: no saben ni vender el producto que tienen entre manos. El recorrido, cuya penúltima cota se subía a 40 km. de meta, no favorecía la narración en directo, pero tiene que haber algo mejor que contar chistes.

Las primeras caídas del Tour animaron un poco la cosa para esta gente, especialmente cuando los que besaron primero el suelo fueron Rojas, Valverde y SMS Sánchez, en una especie de fatwa murciana. 198 corredores en carrera, caída en la que se ven implicados no más de 15, y los 3 murcianos de una tacada. Seguro que iban hablando entre ellos, y de sus cosas. El terruño, que tira más que otra cosa.

El peor parado fue el corredor del Rabobank, que en meta se dejó 4´ y una muñeca dolorida. Ya era el corredor con más días de competición en las piernas -nada menos que 56- y había muchas dudas sobre su rendimiento en carrera: ahora tiene la excusa perfecta para buscar sus queridas escapadas y cumplir su gran objetivo vital, el de plantarse en la treintena sin saber si vale para una vuelta por etapas de tres semanas.

En cuanto a Rojas, hoy no ha sumado ningún punto para la regularidad, esa clasificación secundaria del ciclismo -no cuenta como victoria profesional- obsesión particular suya, mientras van pasando los años y el sprinter de bolsillo murciano suma una victoria al año, cuando es un buen año. No, este año tampoco será maillot verde.

Por su parte, Valverde se pegó un buen calentón para llegar a las posiciones delanteras, y finalmente fue sexto en la etapa. Siempre ha sido el mejor de sus compatriotas -con la excepción de Jose Cayetano Juliá, ese corredorazo que tuvo que dejar el profesionalismo muy joven, cuando se agotó la gallina de huEPOs de oro-, pero es dudoso que eso sirva como aval en este Tour; su primera oportunidad de ganar una etapa se quedó en una conversación intranscendente cerca de meta. Después, a perseguir, su especialidad.

La organización había diseñado un recorrido muy atractivo para la parte final, con el pelotón atravesando la zona minero-siderúrgica de Seraing al lado del Mosa, una industria de cabecera genuina del siglo XX -el gran río para traer las barcazas llenas de carbón y sacar los productos siderúrgicos, la barriada obrera al lado- y que, como todas las de su estilo en el viejo continente, vivió tiempos mejores.

Si conocen la antigua margen izquierda de Bilbao, Avilés o Gijón se harán una idea del lugar por donde pasó hoy el pelotón; si no, las imágenes aéreas del Tour, que no escatimaron en sacar esos paisajes industriales -y lucían espléndidamente- dan una imagen muy cercana de esa combinación de verde, agua, óxido y negro del carbón.

En la cota entre casas -parecía la Lieja- que subía el cañón del Mosa tras salir de la siderurgia, atacó Chavanel y sólo Sagan le siguió. Poco después saltó Cancellara y el tremendo eslovaco, que debuta en este Tour, se acopló fácilmente a su rueda. Mucho más tarde consiguió enlazar Boasson Hagen, y ese trío, magníficamente impulsado por Cancellara, se separó del pelotón.

Ahí se vivió un guión torcido que Cancellara se empeña en interpretar, quizás porque sabe los aplausos que recibirá, aunque casi siempre pierda. El Dúo Dinámico de RTVE no esconde sus simpatías por el suizo, a pesar de su deficiente desempeño en carrera. Está muy bien eso de saltar y aumentar la renta en la general -todo apunta a que este año Cancellara también llevaré el liderato toda la primera semana de la carrera-, pero después que no quiera la etapa si detrás lleva a dos corredores más rápidos.

Cancellara pidió el relevo a Sagan, que muy astuto no pasó jamás. En un momento dado, el suizo dio un bandazo muy violento y amagó con dejar de pedalear ante la falta de asistencia del corredor del Liquigas. Ni por esas entró: sabe perfectamente, como sabe todo el pelotón -lo ha hecho en JJ.OO, dos veces en Sanremo, en Flandes...- que es todo un órdago, que sólo sabe pedalear hacia delante como un caballo desbocado...

Así siguió, llevando a meta a Sagan igual que hizo con Gerrans en la Sanremo de este año. A un paso de meta, y con el pelotón echándose encima -no consiguieron ninguna renta para la general-, Sagan superó como era de esperar a este suizo inconsciente y se fue a por su primera victoria de etapa en el Tour, celebrando de una manera peculiar. No parecía muy cansado: sólo había pedaleado de cara al viento los últimos cien metros. Como todos los que son capaces de seguir la rueda al primer arreón de Cancellara.

En el pelotón, el sprint fue para el local Gilbert sobre Mollema -mucho ojo a este corredor, muy bueno en la crono y que en montaña se pega como pocos-, y el citado Valverde, con un sorprendente Hesjedal en el noveno lugar. Froome se dejó minuto y medio, y Velits casi dos minutos, pero todavía queda mucho Tour.

Tanto, tanto, que no se sabe cuantas etapas va a ganar Sagan, que nunca se va con un único éxito de una ronda por etapas; de hecho, se suele ir con un mínimo de tres. Es el ganador más joven de etapa en el Tour desde la famosa victoria de Armstrong en Verdún en 1993 -el yanki ganó con 21 años, Sagan con 22-, y desde que Baldato ganó la primera etapa del Tour 1995, nadie había debutado en la carrera con victoria de etapa.

De Sagan ya se ha dicho de todo, pero a mí me gustaría destacar algo: corre sin guión. Corre para ganar siempre, y la demostración de hoy aguantando los gritos y la presión de Cancellara -le encanta hacerlo, y ha llegado a parar el pelotón del Tour con su estilo siciliano- es otra buena muesca. Corre sin un guión establecido: no hay una rueda buena para seguir, simplemente el primero que salte. Corre sin pensar en París, simplemente día a día. Sólo cuenta la victoria, y si se la tiene que arrebatar a su jefe de filas -como en la pasada Tirreno-Adriático- lo hace.

Y cómo corre sólo para ganar, jamás hará lo que hace Cancellara, que de tan amigo de Flecha que es, parece que ya sólo corra para el aplauso, o para facilitar la victoria a los demás.