miércoles, 27 de junio de 2012

El que de joven corre, de viejo trota (I)

El futuro era esto
Ayer el Lampre tuvo a bien presentar su nueve definitivo para el Tour, siguiendo una inveterada constumbre del equipo italiano, como aquel recordado caso previo al Giro 2010, donde dieron de baja a Caucchioli poco antes de la salida, y después se supo que era por el pasaporte biológico y no por ninguna decisión técnica o táctica.

Y hoy toca hablar de biología y el pasaporte, pero no del pasaporte biológico. Sin hacer el trabajo estadístico que daría la cifra exacta, por primera vez en la  historia del Tour la edad media de los participantes superará los 30 años, una cifra que hace no mucho tiempo marcaba el inicio del declive de un corredor, y que hoy día anuncia el inicio de sus mejores éxitos.

Sólo 92 corredores tienen 29 años o menos, y el resto ya están de lleno en la fabulosa cifra de 30 años. La media de los equipos es igualmente significativa: el Saur-Sojasaun es el más joven, con una media de 27,52 años, mientras que el más viejo -y esto no es ninguna sorpresa- es el RadioShack, con la impresionante cifra de 33,70, y porque han metido a Gallopin, el octavo más joven y de 24 años.

Todos los datos están sacados de la interesante página velofacts.com, a la que les remito para ver el desglose de los datos. Que en la carrera más importante del calendario la media de edad sea superior a los 30 años es la confirmación de una tendencia que es motivo de asombro y preocupación por la deriva de este deporte, más que nunca centenario.

Si hace dos años podían ser noticia los debutantes treintañeros en la carrera -que es parte del mismo fenómeno-, ahora la noticia es el envejecimiento a marchas forzadas de la profesión ciclista, fenómeno que ni siquiera escapa a alguien tan poco dotado como Unai Osa, que en una entrevista reciente decía sobre su retirada a raíz de la Operación Puerto "Yo tenía 31 años, y aún tenía bastantes años de ciclismo. De hecho, ahora cada vez se van alargando más las carreras. No sé por qué… tal vez porque la gente joven no empuja como antes. No tiene sentido que gente como Lastras mismamente, esté andando ahora más que antes".

Lo dice el hermano de uno que acaba de dar, con 39 años, positivo en una carrera de montaña a pie. Sí que tiene sentido, todo sentido en este universo cerrado que es el ciclismo, donde se pasa del sillín de la bicicleta al sillón del coche deportivo en un mes (como Igor o Aldag, aunque este último ha renegado), donde hay siempre los mismos nombres en la medicina deportiva, o donde mismamente tu hermano da positivo por EPO frisando los cuarenta porque en el fondo tiene los mismo hábitos de siempre. Todo forma parte de "el mundillo", palabra con la que la gente de la bicicleta gusta englobar todo.

Quedense con la reflexión en voz alta de Unai Osa, un pobre muñeco roto que conoció muy bien "el mundillo" desde dentro. De aficionado corría y arrasaba -su Balenciaga sigue siendo insuperable- en la fábrica de monstruos que era el Banesto aficionado, donde se destacan los éxitos (Sastre), se olvidan los fracasos (Mancebo) y directamente se entierran los fiambres (J.M Jiménez). Sabe perfectamente el combustible y las enseñanzas que recibían, al menos no se ha ido a la tumba con ellas.

Otra cosa es que lo quiera reconocer, primero porque no le da la mollera: intuye el fenómeno ("cada vez se van alargando más las carreras"), no sabe por qué (y tanto que lo sabe, le basta con preguntar a su hermano) y acaba apuntando una hipótesis muy justificativa de su posición y la de los colegas que quedan de su generación, que son muchos: "tal vez porque la gente joven no empuja como antes".

Los jóvenes siempre empujan: va con la edad y con tener el casillero a cero. Con debutar en el Tour o en cualquier otra carrera y querer ganar, querer destacar. Parece mentira que algo así venga de alguien que fue joven en su momento, y muy cacareado: también se habrá olvidado. La explicación del fenómeno no está en los jóvenes, está en esos viejos que resisten. Y que saque el ejemplo de Lastras, que se educó en el mismo Banesto aficionados, no deja de ser sangrante.

Dice que los veteranos se saben cuidar y entrenar, pero un conocimiento somero del ciclismo acaba con esos tópicos interesados de la profesión de monje y cartujo que durante muchos años vendió la propaganda oficial: competir en una carrera como la Vuelta a España es compatible con salir de copas, ganar una gran clásica del norte se puede celebrar con cocaína, y los ciclistas tienden a comer comida-basura, o directamente engordar como sapos por la buena comida gallega o alemana, por citar únicamente los ejemplos de Pereiro y Ullrich. Todo esto por no hablar de los clásicos de siempre en estas profesiones saludables, como ir de putas (en "el mundillo", azafatas, o encargar una, como Manzano en la Vuelta 2003) o fumar.

Por ahí no va el discurso, porque parece que nadie se ha detenido a ver que uno de los fenómenos más lacerantes de la tendencia del ciclismo a acumular años y años es que los más veteranos no son precisamente cojos, o no permanecen en la profesión. Sin ir más lejos, Lefevre acaba de declarar que espera que Leipheimer acabe entre los cinco primeros este Tour, con sus 39 años, y que pondrá a Velits (27 años, 2º en la Vuelta 2010) a trabajar para el americano.

Los más viejos del pelotón no son, como fueron en su momento, actores menores como Arsenio González o Elli, son destacados protagonistas en este Tour y en los anteriores: Voigt y Horner, con 41 años los dos y los más veteranos -lo serían en cualquier profesión o ámbito con esa edad-, además de compañeros de equipo, darán que hablar en este Tour, dicen que el de la despedida para el alemán. No están solos en su veteranía: Petacchi, Kloden, O´Grady -que después acudirá a sus ¡sextos JJ.OO!-, Vinokourov o Hincapié también aspiran a papeles protagonistas.

No para la general, claro, para eso ya dejan a Evans, el 20ª corredor más viejos de 198 participantes, que defiende el título -fue el tercer ganador más viejo del Tour- y que, sin el menor atisbo de rubor o sana incredulidad, es el segundo máximo favorito tras Wiggins, que también tiene sus 32 años, la frontera que antes de la aparición de Armstrong marcaba la edad final para poder aspirar a ganar una grande por etapas.

"No tiene sentido que gente como [pongan el nombre que quieran por encima de los 34 años] estén andando ahora más que antes" Sí que tiene sentido en este loco juego que es el ciclismo, convertido desde hace tiempo en un circo sobrehumano y ahora, más que nunca, decrépito.
***
Homenaje institucional en Girona a Hesjedal.  La industria del ciclismo y todas sus actividades auxiliares -especialmente las farmaceúticas- aportan riqueza a la ya de por sí rica provincia de Girona, que parece que quiere más. Tanto como vincularse directamente con esta gente.
***
Eso sí, han montado este mismo año un Campeonato de España cojonudo: bellísimo y disputado, con mucho público e impacto publicitario. Como siempre, las categorías inferiores son las sacrificadas -no les hablo ya del deporte base- en aras de lo que ya está asentado y bien conocido. Iban a ser "los mejores campeonatos de España de la historia".