jueves, 28 de junio de 2012

El que de joven corre, de mayor trota (y II)

Fauja Singh, trotando por  Edimburgo a sus 100 años
Bien saben los habituales de este modesto blog que cualquier cosa relacionada con Armstrong me aburre sobremanera, y el único interés que puedo sacar a este personaje de sí mismo es por las cosas que se mueven en torno suyo.

La investigación federal sobre el dopaje sistemático en su equipo se cerró en falso en 4 de febrero de 2012, casualmente el día de la Lucha Mundial contra el Cáncer. Too big to fail, que dicen los estadounidenses, precisamente los que iniciaron todo el proceso, acumularon bastantes pruebas y después llegaron a esa conclusión.

Será que cuanto te conviertes en un icono ya no te pueden tocar: pasa en muchos ámbitos de la vida. Sin embargo, hace pocos días el antidoping estadounidense (USADA), tantas veces en connivencia con Armstrong, envió una acusación formal al heptacampeón del Tour con una acusación firme de dopaje. Contra el y todo su equipo médico de entonces, que en gran parte sigue vinculado con el ciclismo.

Nadie se esperaba algo así, y más tras el cierre de la investigación federal. Como en todo lo que rodea a este personaje lamentable para el ciclismo y el deporte en general (ha demostrado que convertirse en un icono contra el cáncer es el mejor escudo que se podría tener), no tardaron en aparecer las explicaciones, que como casi siempre flirtean directamente con el ridículo, a pesar de publicarse en medios prestigiosos.

Está el conocido caso de Carlos Arribas, otro personaje de sí mismo, que en su homilía dedica toda su atención a excusar a Armstrong con finos subterfugios. Su especialidad. Jamás ha considerado interesante para sus lectores, ni su redactor jefe tampoco, preguntar a Heras, Rubiera, el jienense que nunca ganó nada o Noval, sobre las prácticas en ese equipo americano. El periodismo entendido como una de las Bellas Artes. Por las florituras.

Afortunadamente, en el mismo periódico alguien escribe con fina ironía sobre el asunto, y así se salvan las aguas pestilentes que emanan de la pocilga en la que la se ha convertido el periodismo, al menos en lo que afectan al conjunto del periódico. "Sólo manifiesta opiniones personales y el Consejo de Redacción asegura la completa libertad del periodista en sus funciones". O como se escriba, pero por ahí va la cantinela. Del descrédito de la profesión ya nos ocuparemos en otra vida, de momento en esta vamos a ir tirando para pagar la hipoteca.

Otras explicaciones, además de la referida de "por joder" -aunque no aparezca estrictamente así-, son que siempre antes del Tour sale algo relativo a Armstrong -parece normal cuando has subido ocho veces al podio-, conexión con Ferrari para desestabilizar a algún favorito de cara al Tour, el Área 51 de Nevada y demás zarandajas.

Aquí el problema es mucho más sencillo. Armstrong, de profesión sus labores desde que se retiró por segunda vez del ciclismo, estaba en sus cosas de caridad -especialmente para él mismo, claro- cuando, a pesar de la excusa recurrente de "la familia" -tiene cuatro vástagos, a los que ha utilizado en repetidas ocasiones como razón para sus idas y venidas del deporte- redescubrió el gusanillo del deporte.

Armstrong llegó al ciclismo desde el triatlón, que allá a principios de los noventa era una disciplina muy exótica, escasamente practicada y que ni por asomo apuntaba al gran negocio en que se ha convertido: hasta ha llegado a deporte olímpico, en cada comunidad de vecinos de los países desarrollados hay una persona que practica este deporte y, mucho me temo, el término Ironman acabará en el ¡Hola!.

A eso ha vuelto Armstrong. Si en su primera retirada coqueteó con la maratón, con buenas marcas -esperamos que conseguidas con mejores artes que Aitor Osa, aunque es improbable-, ahora ha vuelto directamente al triatlón, y no como un mero aficionado: obteniendo posiciones de honor, ganando, e iba derechito hacia el Ironman de Niza -vivió en la ciudad francesa unos años, hasta descubrir las bondades de Girona-, uno de los más reconocidos de la disciplina, cuando la USADA se cruzó en su camino.

Armstrong tiene 41 años. Y va más fuerte que muchos jóvenes, o que gente que lleva toda la vida dedicado a la especialidad. Por supuesto, en todo este asunto no faltan los iluminados y supuestos especialistas como Antonio Alix -trabaja en el circo-, que siempre están dispuestos a poner un ¡wow! ante el rendimiento alienígena del americano, sus marcas y la "progresión lógica", de la misma manera que hace diez años circuló un artículo académico sobre la transformación física de Armstrong por el cáncer,que después fue un fraude.

Aquí todo es mucho más sencillo, y está íntimamente relacionado con un tema ya apuntado hace tiempo. Y también con la progresiva longevidad de las carreras deportivas. Armstrong y todos los que cuentan con un certificado médico como el suyo pueden seguir compitiendo con plenas garantías de éxito porque por su certificado no pasan los años.

¡Si lo sabrán bien en la USADA, que durante muchos años han ido y venido con los archivadores donde aparece todo el historial médico del texano y todo lo que podía tomar por sus especiales características! La acusación contra Armstrong se recupera porque veían que este supuesto superhombre iba camino, certificados mediante, de establecer otra tiranía en un deporte supuestamente limpio (a todos los lectores triatletas que tengo: los Reyes Magos son los padres).

¡A ver si nos vamos a creer a estas alturas que Botero era el único al que tenían preparado un certificado médico nada más bajarse del avión que lo trajo a Europa en 1999! Quien más quien menos en el deporte profesional cuenta con su abanico de certificados de alergia, de asma y, los más afortunados, de alguna cosa como cáncer, epilepsia (bueno, este tiene incluso dos certificados), depresión (¡vamos Bisonte!), miopía y lo que se tercie para que sirva de pantalla para meterse de lo bueno.

Y no: esos certificados no caducan. El único que caduco fue el popular de la tasa de testosterona elevada "por razones naturales", y lo hizo cuando se aplicó un método que distinguía cuando la testosterona era endógena o exógena. Ahí no valía lo de "naturalmente alta", porque si venía de fuera....ese certificado, snif, snif, pasó a mejor vida, pero en los años de mayor apogeo lo tenían muchos ciclistas punteros, que después han recuperado, por mediación divina, sus niveles normales de testosterona.

Por supuesto, cuando antes se tengan estas dolencias -y certificadas, ojo, si no no valen de nada-, pues mejor, que el track de cosas como el pasaporte biológico llega lejos en el tiempo. Y cuanto más lejos, mejor. Quizás ahora empiecen a ver con otros ojos el veteranísimo nivel que empieza a verse por el pelotón profesional: ahora trotamos porque de jóvenes hicimos los deberes, y aqui tengo mi cartilla para demostrarlo.

En cuanto a Armstrong, su primera reacción fue ironizar sobre la misión de la USADA -acusación velada de malgastar dinero público, lo mismo en lo que se centró la investigación federal sobre su persona- y, recientemente, lanzar a su abogado en una persecución para saber los nombres de algunos de los, al parecer, diez testigos en su contra. Están en las mismas posiciones que hace diez años: Armstrong azuzando a sus perros -periodistas incluidos, llegó a tener algunos bajo sueldo- y la USADA haciendo como que no sabe, cuando lo sabe todo. Como lo sabemos todos.
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Qué mala pinta tiene esa investigación sobre el Europcar 2011 a tres días del Tour; suena como a "sabemos lo que hicisteis, no hicimos nada porque había posibilidades de ver un francés en el podio por primera vez desde 1989, pero este año no lo vamos a permitir, no vamos a hacer nada, pero esto es simplemente un aviso". Qué pena da todo en este deporte.
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En el anterior post indicaba que el Lampre fue el último equipo en facilitar el nueve para el Tour, una tradición que recordaba a lo sucedido en la previa del Giro 2010 con Caucchioli, que después fue sancionado con el pasaporte biológico; bien, pues en esta ocasión ha sido Bertagnolli, un corredor con trayectoria espantosa, y que no estaba preseleccionado para el Tour. Brillante. El corredor dice que ya había tomado la decisión de retirarse y el equipo, que los valores anómalos son de 2008 y 2009, cuando estaba en el Androni. El Lampre es el equipo con más casos de dopaje todavía existiendo, y siguen como rosas. Fucsias.
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"Ahora mismo, sólo con vascos, no llega para estar en el World Tour". Ni ahora mismo, ni antes, que vuestro corredor estrella desde el año 2006 se llama Samuel Sánchez y tiene de vasco lo que os habeis inventado. Cuanta hipocresía, y siempre con el mismo tema. Les sugiero que fichen a un iraní, como han hecho en el Lotto: así quedará muy claro que ni es vasco ni tampoco español.

Lo dice Igor GdG, que después de haber dicho que se iba -y se fue- vuelve a los pocos meses. Si en 2005 dejó el profesionalismo con 31 años ("por la familia"), ahora vuelve tras su mutis ("por la familia y por respirar aire") y como si nada. Desde luego, tiene que ser una persona fiable y de palabra. A la pregunta sobre si lee "foros de ciclismo" responde que algo lee y que algo le llega. No parece que sea así.

Por cierto, si es cierto el rumor de que Festina volvería al patrocinio de un equipo con el Euskaltel, me parecería muy bien y muy apropiado, igual que me gustan las actuaciones de Carmen de Mairena o que la droga que tomó Igor para el Tour 2005 sirviese de referencia para los jóvenes SMS Sánchez y Contador en esa edición de su debut en la carrera francesa. Ya por ponerlo todo, ¿ok?. Que todo es familia. Ciclista.
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"Los esfuerzos que hago por el Tour no los hago por ninguna otra carrera" ¿Quien es el autor de esta frase? Pues nada menos que Astarloza....Lo dicho, que fichen a un iraní. Y que luzcan la marca Festina. Es lo que merecen.
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Hoogerland había dicho hace una semana que iría a por la clasificación de la montaña en el Tour, cuando no es un escalador y desde las modificaciones del año pasado, es difícil que vuelva a ir a parar a corredores como él o como Charteau, ganador en 2010 y que este año ni ha sido seleccionado por el Europcar. Para allanar su camino, acaba de anunciar que va a demandar por su famoso atropello del año pasado. Flecha no ha dicho nada.
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No conozco a Gonzalo Torné, pero sí me había llamado la atención un libro en el que participa bajo la coordinación de Guillém Martínez: CT o la cultura de la transición. Crítica a 35 años de cultura española, publicado por DeBolsillo, una editorial de alcance. Confieso que no he leído el libro colectivo, pero un lector me ha informado que cita este modesto blog con estos elogios:

Por salirme de la literatura, la economía o la política, citaré un estupendo blog de ciclismo donde su autor desmenuza y acusa post a post no sólo las prácticas de dopaje de los ciclistas profesionales, sino la manera en que la prensa nacional (y patriota) defiende prácticas indefendibles para mantener limpios la mayor cantidad de tiempo posible a sus héroes (incluso cuando han dado positivo, incluso después de ser sancionados), gran reclamo para sus clientes-lectores. El blog es un estupendo ejemplo de cómo la prensa convencional da cobertura no sólo a los deportistas tramposos, sino también de cómo apoya a federaciones en las que el número de dopados se ha disparado más allá del límite de lo tolerable, y su autor es muy hábil para localizar y desactivar las estrategias retóricas defensivas ("nos tienen envidia", "no saben cómo pararnos") que apuntan a un consenso entre política, prensa y deportistas de élite que explicaría, por ejemplo, porque apenas se ha hablado de uno de los motivos para negar a Madrid la capitalidad olímpica: las sospechas de connivencia, tolerancia y encubrimiento de dopaje
Y no contento con esto, más adelante añade:

Trabajos como el de Sergio (pseudónimo del autor del blog), que no se basan en el resentimiento, sino en una actitud "ética" en el sentido que quiero explotar de inmediato, y escritos con un finísimo sentido del humor, son impagables porque encienden luces en el apagón informativo a que nos someten los medios en nombre del consenso y los intereses nacionales.
Pueden leer el libro completo por sólo 5 euros de nada: es lo que tiene estar publicado en DeBolsillo. El mérito es también vuestro, porque este blog no sería nada sin sus lectores, que incluso llegan a citarme en un libro. Y sin ser pie de página. Abrumado estoy. Gracias.