domingo, 12 de mayo de 2013

Un hemofílico en el deporte de la sangre

Del casting de Crepúsculo
Ya se habrá olvidado, pero el Saunier Duval -un equipo que no necesita presentación, y que acabó como acabó- tenía entre su plantilla médica a una recién titulada en Medicina cuya especialidad era la hematología.

El ciclismo es el deporte de la sangre, siquiera porque ellos mismos bautizaron a los incipientes controles de sangre para vigilar el hematocrito como vampiros, aunque los auténticos vampiros eran otros, como supo el gran público algunos años después.

Después vino la detección de la EPO, la vuelta a las tranfusiones autólogas para la mejora del rendimiento deportivo, los certificados médicos y la búsqueda desesperada de dolencias, en su mayoría inventadas o exageradas, para justificar la toma de sustancias dopantes. Si el ciclismo es el deporte de la sangre, también es el deporte de los asmáticos, aunque este no sea el tema.

El caso del ciclista británico Alex Dowsett es paradigmático. Nacido en 1988, pasó a profesionales en 2011 en el Sky, el equipo científico y que viene a renovar el ciclismo como si esto fuese inyectar el vial, colgar como un jamón la bolsa y apretar muy fuerte el puño, que son sólo unos minutos.

Desde el comienzo obtuvo muy buenos resultados en crono, siempre en carreras menores. En 2012 su equipo no lo alineó para ninguna carrera importante, y le dejó la puerta abierta para fichar por el Movistar. Como dijo Vande Velde ante la USADA, y como recuerda maliciosamente el sátiro de sí mismo Arribas ("la caverna de Wiggo", en referencia al Sky), es el típico intercambio de cromos entre equipos para saber que se meten unos y que se meten los otros, siempre entre fichas menores.

"Unzue abrió las puertas de su equipo para conocer de él los secretos del ciclismo llamado 2.0" Tal cual. Para matizar un poco lo que es una obviedad a todas luces, y para no cargar en demasía al chaval, resulta que no viene con ningun secreto, al contrario. Según Dowsett, "todo es cuestión de medios. En el Sky había un equipo A y un equipo B. Los del A tenían todo lo necesario a su disposición. Los del B teníamos que buscarnos la vida como si estuviéramos en cualquier otro equipo"

Todo lo necesario. Seguro que se refiere a la bicis Pinarello -el equipo B competía con Derbi-Rabassa, como es bien sabido- y los maillots negrísimos, sólo disponibles para Wiggins y su trenecito 2012, el de Porte, Froome, Boasson-Hagen y Rogers, uno que ha salido a la fuerza de "la caverna" y cuyo rendimiento es paupérrimo, como ya se comentó en su día.

En fin, que Dowsett está blanco. Porque es del Movistar -el equipo mimado siempre en cuestiones de dopaje, desde el probenecid hasta el Ferrari de Olano, pasando por Sabino Padilla-, porque es joven, porque escribe muchos tweets (pero muchos, muchos) y porque el ciclismo siempre está cambiando, y esta es la nueva generación, que al fin y al cabo es lo que viene a decir eso de 2.0.

Y un cuerno.

La principal característica de Dowsett es que es hemofílico. Un hemofílico en el ciclismo. Se habían visto experimientos con diabéticos -hay hasta un equipo menor que hace con estos enfermos como el Athletic de Bilbao con los vascos, antes vizcaínos-, epilépticos, enfermos de cáncer y bueno, no me cabía duda de que acabaría habiendo un Pistorius, pero lo de un hemofílico es ya una tomadura de pelo.

Nos informan los medios de propaganda que Dowsett es hemofílico, pero de los que no se hacen daño. Como nuestro Monarca, afamado deportista. En todo caso, se hacen daño. Que su enfermedad congénita es del tipo A, la más común y llevadera de las tres existentes. Que la mejor forma de llevar este enfermedad es con medicina preventiva -prevenir antes que curar- y que Dowsett, en las etapas en las que ve mayor riesgo, se medica "preventivamente" por si, queseyo, tiene una caída -circunstancia harto improbable en el ciclismo- y eso que tiene en las venas brota con la alegría de un pozo de petróleo en una pelí de Hollywood.

Se medica preventivamente. Vamos, que el señor Dowsett tiene un certificado médico de oro. No sube un cagarro, pero tiene 24 años y bueno, Wiggins empezó así: sin certificado de hemofilia, pero ganando prólogos. Ya ven como acabado. Para eso, además de la información que pasase a Movistar sobre el equipo científico, era para lo que servía el chaval.

Pues no. El sábado se disputó en la costa del Adriático la segunda crono más larga de una gran vuelta en los últimos 15 años, un regalo que la organización ideó para que Wiggins viniese a disputar el Giro, un regalo envenenado que el británico aceptó sin dudarlo mucho. La etapa la ganó Dowsett, el año pasado sirviente del hombre que sabe interpretar mejor que nadie la relación entre británico y Mallorca, para sorpresa y pábulo de los que seguimos este deporte.

¿Sorpresa? En absoluto. A nadie parece haber sorprendido que este corredor haya ganado, en buena lid -ni llovió a los demás, ni se levantó un huracán por la tarde- a gran parte de los mejores corredores del mundo en larga distancia contra el crono. Es cierto que el triunfo hubiese sido para Wiggins, por estrecho margen, de no haber sufrido un pinchazo, pero el resultado está ahí.

De hecho, un repaso a los medios de propaganda no indica nada raro. Es hasta normal ver a un corredor de 24 años ganar una crono el doble de larga de las que hasta ahora había olido. Y hemofílico. Se une así a la gran caterva de vencedores estrafalarios de cronos del Giro, donde el último había sido Konovalovas (¡ese Cerveló!) en la crono final del Giro 2009. También tenía 24 años. No volvió a hacer nada, y eso que también lo fichó Unzué, a ver que le contaba para poder aplicarlo en la Clínica Universitaria -por decir algo- de Navarra.  Ahora sigue por equipos muy menores,  y nadie se acuerda ni de él, ni de aquel equipo también de negro en el que militaba.

En la lucha por la general, Wiggins no sacó tiempo significativo y todo está muy apretado, con Nibali de líder. S. Sánchez se dejó 3´, Kiserlovski 5´ y Rafael Valls hizo una crono magnífica, que le situa entre los veinte primeros de la general y también en el punto de mira para los Dolomitas. Por enlazar con el inicio de este post, el diminuto escalador valenciano (pero eso no es óbice para una crono de 55 km prácticamente llanos, eh) empezó en el ciclismo con 20 años y con Matxín. Por cierto, ¿las etapas de más riesgo para un hemofílico no serán las que tienen más descensos, esto es: las más decisivas, las de montaña? No digo que Dowsett vaya a hacer un roto en la montaña del Giro -hoy no, veremos dentro de unos años- , pero si lo digo de Valls. Ahí queda.
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El agua chafó gran parte del espectáculo en la etapa de hoy, sobre el papel una espectacular San Sepolcro-Florencia. Se salía de la comarca del Casentino, durante muchos años sede de una de las pruebas por etapas sub-23 más prestigiosas del mundo, y se remontaba el valle del Arno, que se hace enorme en unos pocos km, para subir a una de las múltiples vertientes del paso de la Futa.

En un paisaje increíble de abetos gigantes, unos fugados hicieron camino mientras el pelotón sobrevivía en una subida muy dura que tendría que verse más por el Giro. De ahí saldría el ganador, un increíble Belkov del Katusha. Cinco años entre profesionales -fue campeón del mundo sub23 de crono- y gana su primera carrera tras ir en solitario los últimos 40 km que eran, eso sí, de bajada.

Ahí lo volvió a pasar fatal Wiggins, que llegó a perder casi un minuto respecto al pelotón principal, donde esta vez si se quedaron Henao y Urán. Parece que, viniendo de la pista (de la que siempre se glosan sus virtudes), no se aprende a bajar en mojado. O en seco, esa palabra que tan mal casa con Wiggins, salvo en el dry Martini.  

El resto del Sky se quedó con el ganador de prólogos en sus siete primeros años de profesional, transmutado posteriormente y en el prodigioso plazo de un invierno y una primavera en un corredor de grande vueltas. Consiguieron volver a enlazar antes del último repecho en Fiesole, donde cedió Hesjedal y perdió en meta más de un minuto.

Ahí saltó Betancur, el ansioso colombiano del Ag2r, desde hace mes y medio rondando una victoria que no llega por su ansiedad. Se vió en el País Vasco, volvió a repetirlo en Flecha Valona y ayer iban tan ofuscado que alcanzó a los fugados, no se enteró que por delante iba Belkov y celebró su segundo puesto como una victoria.

En general, ese tipo de celebraciones quedan para el pequeño anecdotario de una etapa, una carrera y un corredor, pero en el caso de ese colombiano, que transmite nervio y ansiedad por los cuatro costados -incluso en su pedalada doliente- parece que significa algo más: dificultad para ganar, como todos sus compatriotas (menos Quintana) y mucha inmadurez.
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La Vuelta a Asturias, reducida a sólo dos jornadas, para Amets Txurruka. Ganó la primera etapa, donde -cómo no- fue escapado y en la segunda aguantó en el Naranco mientras la etapa iba a Javier Moreno -Movistar- uno de esos que siempre está a la espera y que no termina de despegar.
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Comienza la Vuelta a California, la auténtica competencia del Giro, aunque este año tiene una participación muy pobre: ninguno de lo que estuvieron rondando el Tour el año pasado, por ejemplo. La primera etapa ha sido para XXXXX (la pueden ver a partir de las 22:00, pero ya lo dejo preparado)