domingo, 19 de mayo de 2013

Humillación al Galibier

Otros ciclistas suelen alzar los brazos
Se volvió a cumplir la predicción. No era muy difícil: las dos etapas de montaña de fin de semana y antes del segundo día de descanso han sido un simulacro de ciclismo, una farsa vendida como competición por mero capricho del organizador y una humillación para este deporte en uno de sus grandes mitos, el Galibier.

El sábado se anuló la subida a Sestriere y la charlotada del Jafferau fue imposible de ver: los helicópteros no pudieron volar y sólo se pudo ver la llegada de los ciclistas a meta. Casi mejor así.

El Fantini trabajó descaradamente para Nibali por medio de los honrados y jóvenes Garzelli y Di Luca. Cuando quedaban dos km. para meta, si tenemos que hacer caso a radiovuelta, saltó Santambrogio y Nibali fue a su rueda. No disputó el sprint, por lo que el corredor que estuvo tres años en el BMC porque Ballan lo quiso a su lado y no hizo nada, inscribió su nombre en una supuesta cumbre mítica del ciclismo, tanto que era la segunda vez que se subía.

¡Pobre Santambrogio! Nada más llegado al BMC salió que estaba dentro de la cuadra del Lampre que recurría al dopaje, y el equipo lo tuvo en la nevera un tiempo prudencial, hasta que cambió de opinión y compitió sin especial brillo en las carreras de tres semanas. Cumple 29 años este año enrolado en un equipo menor, lo que no le ha impedido ser de los mejores en la Tirreno-Adriático y ganar su etapita del Giro. Otro representante del ciclismo que cambia y la nueva generación.

Peor ha sido hoy en el Galibier, claro. Por la mañana Michelle Acquarone, que está en esto porque le gusta el ciclismo y no el dinero, saludaba los cielos despejados y que la etapa programada por puro capricho (¿que necesidad tiene el Giro de ir a explorar el Galibier?) se iba a poder disputar. Acabando cuatro km por debajo, pero se iba a poder disputar; atravesando paisajes completamente nevados, pero asegurando a los patrocinadores que su inversión iba a tener retorno.

Se situó la meta a la altura de la espantosa estatua en honor a Pantani, en el supuesto punto donde su médico lanzó el ataque que, a la postre, le dio el Tour 1998, no en vano conocido como el del caso Festina. Estamos en un deporte que dice que esta cambiando, pero homenajea a su Ben Johnson, el ciclista que acabó fiambre seis años después.

Pues nada mejor que alguien a la altura del homenajeado: Giovanni Visconti, de profesión "sus labores" ha ganado en el Galibier. Con una fuga en solitario. Los cinco últimos kilómetros bajo la nieve. Se ha desplomado al entrar en meta, pero porque es sprinter. Visconti, el corredor que sufre con el frío, siciliano como es.

Visconti, de improbables dotes escaladoras, humilla una cima mítica del ciclismo. Esto es mucho peor que la victoria de Jalabert en Covadonga en 1994. Este corredor pasó a profesionales con el mismo pálpito que Nibali, pero jamás ha hecho nada: tres campeonatos nacionales y, especialmente, un subcampeonato ante Simeoni, al que no saludó en el podio. Ese es el ciclismo que representa Visconti.

Siempre en equipos menores, Unzue con su olfato de clarete y pacharán lo fichó en 2012 para Movistar, donde el muy ufano corredor afirmó que iba de colíder a las clásicas, se supone que con Valverde. No hizo nada, claro: su única victoria fue un GP Primavera que le regaló el murciano, igual que hizo en 2007 con J. Rodríguez. En el Giro, su objetivo, fracasó en las etapas que tenía marcadas (incluyendo lloros y lamentelle de italiano) y a final de temporada cumplió una sanción por dopaje.

Era cliente de Ferrari. En la RAI hoy no han dicho ni mú de este asunto: simplemente se referían a una depresión durante el invierno. Es el ciclismo que cambia, señores. Un joven italiano que no anda ni para atrás, incapaz de ganar fuera de su país salvo que le regalen la etapa, frecuenta un conocido médico dopador. Normal que en Movistar no lo despidiesen, considerando que el galeno italiano llevó a todo el equipo (incluyendo a David López, ahora en el Sky que expulsa a corredores con pasado de dopaje) en 2007.

En fin, que se va a decir del equipo de Rubén Plaza, o Tino Zaballa. Por ejemplo, se va a decir que llevan tres años ganando dos etapas en cada Giro, y con cinco corredores diferentes: al sprint y en montaña, con consumados escaladores como Kiryenka, Amador o....Visconti. En el Galibier. Grande impresa. Si, concretamente convertir a un rodador en escalador.

En meta el doliente sicialiano se derrumbó, para despues gimotear ante los micrófonos de sus compatriotas que ha nacido el mismo día que Marco Pantani, concretamente el 13 de enero. Sin haber leído las crónicas de la humillación al Galibier en otros escribas a sueldo, estoy seguro que construirán su pedazo de propaganda en torno a esta casualidad y a las palabras "leyenda" y "nieve". Como si lo viese.

En la lucha por la general absolutamente nada: Betancur volvió a ser segundo y araña segundos de bonificación y algunos en línea de meta, no mucho. Nibali salió a rueda de un ataque de Majka y Kiserlovski, como si le inquietasen: más bien lo hacían a Santambrogio, pero ya todo da igual. Lo mejor que puede hacer este Giro, que todavía tiene que rendir seis etapas, es acabar.

Si les parece una solución drástica, contemplen la posibilidad cierta de etapas descabezadas sin Stelvio o Gavia o, peor aún, puertos míticos coronados por Rabbotini, Cobo o Visconti. La última vez que se subió a las Tres Cimas de Lavaredo ganó Riccó, y también se saludó como el nuevo Pantani, la nueva generación y una hazaña. El Galiber sólo ha sido final de etapa en dos ocasiones: en una ganó A. Schleck recorriendo siete km. más, en otra ha ganado Visconti. Ante la estatua de Pantani. Me parece un digno homenaje al ciclista muerto por ser ciclista, pero no un vencedor digno de esa cumbre.