martes, 10 de julio de 2012

Todo sigue bajo el guión del Sky

Brazos caídos a la manera de El Greco
Ayer se disputó la primera crono larga del Tour, una novedad respecto a las últimas ediciones. En 2008 se disputó una el cuarto día, pero hacía muchos años que se no repetía la fórmula Tour de prólogo-llano-crono-1º ciclo montaña-macizo central-2º ciclo montaña-crono-sprint París que hay este año.

Como estaba previsto desde el día en que se anunció el recorrido de la carrera, ha ganado la etapa y lidera la carrera Bradley Wiggins, el mismo corredor que en 2009 fue 4º en París y porque los hermanos Schleck lo reventaron subiendo Romme, el único puerto duro de aquella edición tan soporífera.

Fue a base de ataques sucesivos, hasta que reventó su gregario Vandevelde -a su vez 4º en el Tour del año anterior- y Wiggins se vio solo y perdió una carrera en la que iba, como mínimo, hacia el podio. Que este resultado y el obtenido por su gregario -ambos en el Garmin- no tuviesen correspondencia alguna con su trayectoria deportiva hasta el momento pertenece al acervo cultural de este deporte, pero que todos los implicados en que se sostenga dan por bueno.

Esta misma gente debe estar esperando ahora un tipo de acción como la ejecutada brillantemente por los hermanos Schleck -esos de los que se decía que nunca atacaban- para intentar salvar del pasmo e intentar maquillar este Tour, que todavía no ha pasado ni Alpes, ni Pirineos ni Macizo Central, y que parece ya completamente sentenciado, porque si falla Wiggins ahí está su lugarteniente Froome para hacerlo incluso mejor que su jefe de filas, como Ullrich con Riis en el Tour 1996, el del debut del alemán para ser segundo en el podio y casi quitarle la carrera al danés en la última crono.

Que esperen sentados. Todo apunta a una lucha por la única plaza disponible en el podio, una lucha en la que hay 20 corredores agarrapiñados en torno a los 2´de diferencia, y con potentes equipos: cuando uno salte, ya mandarán tirar para que no quite el codiciado tercer puesto del cajón. O el cuarto. O el quinto. No hay nadie con la capacidad para aspirar a ganar o ser segundo, aunque el valor se presupone a Nibali y, últimamente, a Evans.

Ayer Wiggins ganó la crono de Besançon -con un diseño muy bonito por carreteras perdidas, saliendo de un pueblo-factoría ideado durante la Ilustración-, y lo hizo metiendo 2´5"/km a Evans, que se fue para la roulotte de su equipo con 1´43" de pérdida. Todavía queda una crono el penúltimo día, mucho más larga y con rectas más propicias para el británico.

Evans, a pesar de todo fue 6º en la etapa. El segundo fue Froome, recordando a De las Cuevas, a 35". El siguiente de los que cuentan para la general fue un impresionante Nibali, octavo pero a 2´07" del británico, y 1" mejor que Menchov, ayer de menos a más como siempre, pero todavía demasiado lejos de todo. Todos estuvieron lejos de la pareja del Sky, aunque estuviesen cerca entre ellos.

Wiggins manda en la general con 1´53" sobre Evans, 2´07" con Froome, 2´23" con Nibali, 3´02" con Menchov y 3´19" con el sorprendente Zubeldia -ayer hizo la mejor contrarreloj de la última década-, mientras que Van den Broeck se va a 5´20", que serían 2´ menos si no fuese por su inoportuno pinchazo antes de subir La Planche des Belles Filles. Salvo el belga, que sólo tiene una victoria profesional, y Nibali, ninguno es un atacante de lejos.

Todos a aguantar el tren del Sky hasta que reviente el último. Quedan once días de carrera, prácticamente toda la montaña, y está todo sentenciado. Al Sky le basta con aguantar y, si alguien se pone rebelde, soltar un soplamocos como el de Froome el otro día. Los demás lucharán por el podio, igual que se hacia en tiempos del UsPostal, con una sensible diferencia: por entonces se repartían dos plazas del podio, este año sólo hay una en disputa, pero ya verán como es suficiente.