domingo, 15 de julio de 2012

Millar, Arribas y cinismo: el nuevo ciclismo

¿Estoy guapo? Sácame bien
Aprovechando que el domingo la gente compra más el periódico, convertido en el caso de El País en un resumen de la semana, hoy el diario independiente de la mañana nos ofrece una extensa entrevista con David Millar, realizada por el simpático Carlos Arribas poco antes de comenzar el Tour. Una feliz coincidencia ha hecho que la publicación de la entrevista coincida con la reciente victoria de etapa de Millar en el Tour, por lo que al menos nos ahorramos las últimas tonterías sobre esto, aunque hay de todo lo demás: de este desgraciado personaje del ciclismo, y también de este periodista, que se interroga a sí mismo.

Utilizando ese lenguaje y código religioso que le gusta tanto, Arribas se siente cómodo con el autoproclamado héroe del antidopaje -saca sus buenos dinero de esto-, por lo menos mucho más cómodo que en una supuesta entrevista a algún dopado no confeso, como sus amigos Valverde o Contador. Con ellos nunca hablaría de dopaje, como mucho de ¿qué tiempo hace? o el clásico ¿tienes hambre de victorias?.

El titular es muy arribiano: "Los deportistas que se dopan son seres humanos". Tienes durante media hora a un tío que te puede hablar del dopaje contemporáneo en equipos como el Garmin y sacas un titular que dice una obviedad, al menos mientras no se compruebe que en la tierra habitan alienigenas. Ah, que lo que quiere decir es que los dopados son buenas personas merecedoras de respeto. Acabáramos.

¿Como Millar, que sigue repitiendo sus mentiras y medias verdades, sin que el periodista afecto lo incomode con preguntas? Será por eso que Arribas empieza su perorata con esta asunción: "En español la palabra periodismo rima con cinismo" (y yo hago de esto mi leiv motiv), que es como si Torrebruno hubiese salido algún día a la pista central del circo -es la edición del domingo de El País, doblan difusión- con un "En español circo rima con Cristo, oremos", en vez de cómo el tradicional "¿Cómo están ustedes?".

Toda la entrevista tiene ese aire de circo, de enano italiano, de cara pintada de payaso y de tradicional familiaridad infantil que desvela la última frase entrecomillada. Pregunta Arribas, el hombre que conociendo la Operación Puerto y muchas otras cosas más, se dedica a llamar arqueólogos a los que no comulgamos -lenguaje religioso: esto es un guiño- con su política de perdonar y olvidar, cuando no de hacer su trabajo, y responde David Millar, una especie de Armstrong -por lo que tiene de sacar dinero- del antidopaje.

Sufriendo mucho en el Saunier
Falta un explícito "¿Cómo está usted, David Millar?", sustituido para empezar por un por qué escribió su libro, ya reseñado aquí. Atentos a la respuesta: "pensé: “Si escribo el libro ahora, tengo que estar a la altura de lo que escriba, porque sigo en el pelotón”". Claro, esa es la clave: como sigo en el pelotón, no cuento nada del Garmin, muy poquito del Saunier y me quito mis años mozos -eh, que yo no he ganado siempre dopado, tengo una Edad Dorada de joven donde ganaba a megadopados con el hematocrito al 40%- y algunas otras cositas por aquí, por allá.

"Tengo que estar a la altura". ¿Qué se puede creer de este personaje? Yo jamás me creí su retorno limpio, el propio Arribas publicó por aquel 2006, a raíz de su victoria en una crono de la Vuelta a España, que lo llevaba Cecchini...Ya, estás a la misma altura a la que te fuiste: ya no quieres ganar el Tour (It´s Millar time) pero tampoco te quieres arrastar a cola del pelotón, como Sella, Valverde, Di Luca u otros corredores con tu misma parábola deportiva.

Es tan abanderado del antidopaje que, sobre el tema Armstrong -recuerden que el cowboy copatrocinó junto a Trek un libro de ensalzamiento propio que se regaló con revistas de ciclismo hace muchos años, donde Millar tenía la condición de heredero del yanki- dice que no se pronuncia. "No llego a entenderle del todo". Claro, David, claro.

"No se deben imponer inhabilitaciones de por vida si es la primera infracción" Claro, David, claro. Ambos llegan al mito actual consistente en lo que Arribas plasma en una frase propia de periodismo/cinismo, del que es un consumado maestro: "puede significar dos cosas: o que sigue haciendo lo de antes y miente o que el ciclismo ha cambiado y estando limpio se puede estar al primer nivel".

De cuando cruzaba la muga
¡Evidentemente! Y con los mismos rendimientos: se quita el gluten, se pone un condón a los cascos, se queman los monos de contrarreloj, y eso iguala lo que se consigue con la EPO, subir puertos a 26 km/h, o convertir a rodadores en escaladores, de Padrnos a Knees. Y todo por llevar buenos hábitos al alcance de todos: de ciclista del montón a dominador de todas las especialidades. Y no estoy pensando en Froome, uno de los abanderados del "nuevo ciclismo". Anglosajón.

"Como nos metimos en este deporte más tarde, hay una actitud moderna y unas técnicas modernas. Y estos atributos resultan muy útiles en el ciclismo moderno, que es limpio", dice Millar, siguiendo la línea argumental. Sí, han contado bien, dice hasta tres veces la palabra "moderno". Y combina muy bien con "actitud" (¿?), "técnica" y "ciclismo". También con su personaje.

Arribas le pregunta por su confesión religiosa, y como recibe un cortante "protestante escocés" -en Edimburgo hay un sitio llamado ChurchHill donde en cada esquina hay una iglesia de una confesión diferente, un buen ejemplo de la pluralidad religiosa en Escocia, algo difícil de entender para el católico castellano viejo Arribas- le suelta igualmente su hipótesis, leída en algún lugar que no es este, que se podría resumir en un "Ética protestante, espíritu menos dopador".

El único pellizco que suelta Arribas a Millar es que no cite en su libro a su médico dopador español -lo digo yo: Jesús Losa-, pero ¡él tampoco lo dice!, a pesar de que hubo juicio en Francia y su nombre aparece en los documentos, además de que fue el propio Millar quien lo delató. Estas son las condiciones: vamos a hacer como que hablamos de dopaje porque presentas tu libro, pero vamos a hablar de lo mismo de siempre. Sin nombres, sin decir nada, vamos a vender una historia de ascenso-caída-redención, que mi redactor-jefe dice que quedan muy bien en el periódico de los domingos, cuando se lee en pareja.

"Periodismo rima con cinismo". En español arribiano. No vamos a citar a Jesús Losa, pero vamos a decir que el ciclismo ha cambiado cuando los médicos de entonces son los de ahora: ninguno ha cambiado de profesión, ninguno, porque no han tenido ninguna necesidad. Ni siquiera tienen que salir a buscar sus clientes: como ha dicho Pozzato sobre Ferrari, son tan famosos que llegas a ellos a ciegas. Y a tientas, después de probar todo.

Con Botero, "un tipo magnífico"
"Es una pena que Italia y España hayan adquirido una reputación tan mala porque en realidad eran solo unos pocos médicos los que lo estaban haciendo. Pero se podría decir que eran los mejores", dice Millar. Y lo dice cuando su actual equipo está, casualmente, radicado en Girona, escenario desde los tiempos de Armstrong de algunas de las transformaciones más milagrosas en el ciclismo. Girona es España, aunque Andorra no lo sea.

Dentro de su relato autoconstruido, "yo decidí dejar de doparme en 2003, después del Mundial, y luego me di cuenta de que había tomado la decisión correcta cuando me enteré de la muerte de Pantani y de Jiménez". Cuando registraron su casa a raíz del llamado caso Cofidis -ya habían caído los polacos de su equipo y Gaumont, pero él seguía callado- iba a ir a tope a por el Tour 2004, a pesar de que ahora diga que dejó el dopaje tras ganar el Mundial CRI de 2003, título del que fue desposeído.

Ahí aprendió Millar: no voy a decir que voy dopado desde que empecé a correr, que me quitan victorias, una táctica seguida por todos los de su calaña. Recuerden que Roberto Heras tiene tres Vueltas, para que crean en ellas sus seguidores bejaranos."Porque hayan cometido un error, no se les puede encasillar en dicho error de por vida".

Existe otra vida fuera del ciclismo, pero si algo demuestra la lucha antidopaje es que la mejor medida es la sanción de por vida ante el primer positivo. Así nos ahorraríamos tener que aguantarte a tí y al periodista que te utiliza para contar su propia historia de su profesión entendida como un ejercicio de cinismo. Y como existe otra vida fuera del ciclismo, que se la busquen, pero que no vuelvan al ciclismo.

"Creo que hubo una época en la que los periodistas no querían saber la verdad, no indagaban lo suficiente, y eso también formaba parte del problema: que había cierta negación en todos los niveles del deporte, desde la UCI hasta los propietarios de los equipos, los patrocinadores, los periodistas…" ¡Y es David Millar el que dice esto a Carlos Arribas! No puede haber mejor epitafio: este deporte no tiene remedio.
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La etapa del 14 de julio en el Tour fue absolutamente preciosa. La carrera llegaba a la zona de Sette -la más turística por masiva del Mediterráneo francés- por carreteras junto al mar, lagunas marinas, bungalows y una espléndida realización televisiva. El infatigable Morkov se escapó una vez más y fue neutralizado en la subida al Mont St. Claire, un peñón no muy pronunciado que parece un gigante en un paisaje dominado por la cota cero del mar.

Poco antes se había descolgado Valverde, desentendido por completo de la batalla por delante. Y eso que la etapa le favorecía. La subida separó al grupo y hubo una espléndida persecución por parte de un increíble Lotto -pasaron a cinco corredores por delante- a la peligrosa pareja de Albasini y Vinokourov.  Poco antes del repecho final, atacó Luis León Sánchez, con fuerza y categoría suficiente para llegar, pero el propio Wiggins encabezó la persecución.

El británico superó al murciano mientras este realizaba aspavientos desaprobando su actitud, que el nefasto Duo Cómico de TVE no supo o no quiso interpretar correctamente: "le estaba indicando que le superase por la derecha". No, lo que el joven Liberty decía era que estaba hasta las narices del dominio acaparador del Sky, y lo corroboró en meta: "Lo quieren ganar todo". Lo mismo dijo Roberto Heras de Pantani en el Giro 1999.

El UkPostal mejora a su modelo del UsPostal: Armstrong nunca lanzó un sprint en sus años victoriosos, pero Wiggins quería hacerle un favor a Boasson-Hagen. Inútil: el noruego sólo fue tercero, superado por Sagan y por Greipel. El eslovaco, más veloz, perdió la etapa por no dar ese último golpe de riñones propio de los sprinters, cosa que si hizo Greipel para obtener su tercera victoria de etapa. La actitud del Sky empieza a cargar a todos, incluso a alguien tan pusilánime como SMS Sánchez.