Mi corazón no es sólo una metáfora.
Mi corazón es un músculo supremo,
un gorrión en el pecho
y de la misma forma que el gorrión
ha aprendido a dormir en las acacias,
a ganarse el vuelo en las esquinas
el ir y venir de una ciudad que llora
y no sabe que llora,
que ama y no sabe que ama,
que mata y muere cada día
desangrada en ocasos,
así mi corazón
logró sobrevivir
acunando latidos
en tardes de tragedia
cuando echarse a morir era tan fácil,
tan tentador,
tan dulce.
Andrés Aberasturi