lunes, 10 de diciembre de 2012

Hincapié se desnuda sin desvestirse

Goodbye, George
En el testimonio de Hincapie ante la USADA se mezcla la verdad y la mentira, como en el de sus compañeros americanos. A diferencia de Julich -que ni siquiera testificó en la comisión- o Leipheimer, no tiene ninguna medalla olímpica que salvar y, logrado el éxito de mayor número de participaciones en el Tour (17) en este 2012, el americano ha anunciado su retirada.

Con 39 años ya era hora. Su record durará poco -O´Grady ya ha dicho que quiere ir al próximo Tour y batirlo- y bueno, su conocida imagen -probablemente el gregario más famoso del pelotón-, su legado al ciclismo bien podría haber sido un testimonio más enjundioso, pero nos tenemos que contentar con lo que hay.

Es algo más, desde luego. No ya sólo por el hecho de haber sido el único corredor que estuvo en los siete Tours quitados a Armstrong, y lo que esto supone de separación de su antiguo amo, sino porque su testimonio empieza cronológicamente mucho antes que el de sus compañeros, aunque lamentablemente no se extiende más allá de 2006, dejando indemne el Tour 2007 que ganó la misma estructura de la que denuncia el dopaje, pero con un burro nuevo.

De Hincapié también se puede decir que, en cuanto se retiró Armstrong, empezó a navegar por otros oceános. De ser aspirante al Tour 2006 -y lo era realmente- pasó a no querer volver jamás con el americano ni con Bruyneel a partir de 2008, convirtiéndose en una excepción. Pero no se engañen: cuenta lo justo, aunque sea un poco más de lo habitual.

Dice que la primera vez que le chutaron fue en 1992 (punto 15), con ocasión de los JJ.OO de 1992, cuando tenía 19 años y la selección americana estaba dirigida por Chris Carmichael. Al parecer, sólo fue con Vitamina B12 -cualquier otra cosa hubiese sido bastante rara por la época y el contexto-, pero al menos indica claramente cuando fue la primera vez que se chutó algo: de lo recogido en otros testimonios, nadie hace mención expresa al primer momento en que una aguja se mete debajo de la piel para preparar una carrera. Y yo creo que es para recordar.

Esa familiaridad con la aguja es lo que más destaca del testimonio de Hincapié. Por ejemplo (punto 22), explica que en 1994 -cuando ganó dos etapas de la Vuelta a Luxemburgo- recibía regularmente inyecciones por parte de un masajista belga, que en teoría eran sólo de vitaminas y "limpiadores hepáticos". En contra de la mayoría de testimonios, el ciclista americano data en 1995 la difusión generalizada de EPO (punto 23), un poco tarde a mi parecer, especialmente cuando dice cosas como "todos iban más rápido" y "se comentaba en todo el pelotón".

En fin, para el que lo quiera creer. Aunque insisto en que Hincapié lleva su relato hasta bastante antes que sus colegas declarantes, aspectos como poner en boca de Lance Armstrong y en 1995 (punto 25) la firme resolución de tomar EPO "porque nos estaban machacando" es sencillamente increíble, habida cuenta que el cowboy fue segundo en la Lieja de 1994, que no se corrió precisamente como una ghymkana.

Those happy times
El grupo americano del Motorola, que vivía por entonces en Como, cruzó la frontera a Suiza en 1996 y compró EPO: "empecé usando 2.000 unidades cada dos o tres días. Tenía muy presente que si quería ser ciclista profesional tenía que hacerlo". Yo creo que no, y ahí hay varios ejemplos: otra cosa es ser un tío de 1´86 que subía Alpes y Pirineos mejor que un escalador: eso es más que querer ser "ciclista profesional".

Lo más interesante de esta parte del testimonio es que dice que Armstrong ya se dopaba con EPO en 1996 y traficaba con Michelle Ferrari, que quizás ustedes quieran relacionar con este artículo científico analizado en su momento. O con el extraordinario rendimiento del americano en los JJ.OO de Atlanta 96, cuando no habiendo logrado una crono decente en su vida -y había que ver su cuerpo y su postura-, casi logra medalla. O el cuarto puesto de Frankie Andreu en la prueba de ruta.

Al contrario que otros testimonios mojigatos, Hincapie dice claramente que Celaya le daba hormona del crecimiento desde 1997, además de la consabida EPO. Contrasten el testimonio de Hincapie -que testifica cuando ya tenía pie y medio fuera del ciclismo- con el de Vande Velde, que sigue en el ciclismo y quiere competir la próxima temporada. Salta de manera evidente la diferencia, ¿verdad? También la causa de tan diferentes deposiciones antes la autoridad.

Hincapié corrió totalmente drogado con EPO, hormona de crecimiento y pastillas de testosterona el Tour 1997 y el de 1998, y ¿quien era Hincapié entonces? Una mierda de corredor, pero auténticamente una mierda, porque hay que llamar las cosas con su nombre: un supuesto sprinter incapaz de meterse entre los diez primeros en una llegada, un corredor que se quedaba en la primera cuesta y un pésimo contrarrelojista. Corría el Tour porque había un equipo americano, y el era americano. Y, a pesar de ir drogado hasta las cejas, lograba eso.

De este testimonio se colige, y sería estúpido no hacerlo a la vista de la evolución del estadounidense de origen colombiano, que cuando empezó la tiranía de siete años del UsPostal, iba con algo más, porque ya se vio el efecto que tenía en su cuerpo lo que vienen confesando los ciclistas: nada que hiciese presagiar esa locomotora de la montaña y ese tren de alta velocidad de las cronos -llegó a ser uno de los mejores prologuistas del pelotón-. Y como el, Ekimov o Padrnos. Falta por descubrir la sustancia mágica que había en el UsPostal.

Con Fred Rodríguez, hablando de ropa. Ojo a la postura.
Según Hincapié, sólo comenzó a ser cliente de Ferrari a partir de la ya famosa concentración de Austin a finales de 2000, la misma que sirvió para introducir -en el amplio sentido del término- a los flamantes fichajes de Rubiera y Heras, citados explícitamente en el punto 62. Ahí se comprometió a hacerse dopaje sanguíneo -con el que estuvo hasta 2006- a cambio de 15.000 dólares al año para el médico dopador italiano.

Como detalle yonki, destacar que en el punto 73 dice que se recomendaba llevar manga larga para evitar ver las marcas de los pinchazos. Por esa época se introdujo la funesta moda de los tatuajes en los deportistas de élite, mucho más prácticos que llevar manga larga durante el mes de julio. Como otro detalle yonki, en el punto 50 dice que Armstrong, mamado de testosterona, abandonó una carrera en el año 2000 en España al ser avisado por el propio Hincapié de que había inspectores antidopaje en el hotel.

Este último apunte va por aquellos que creen en el sistema antidopaje, si todavía hay alguno. Como se indica en el punto 81, si se seguía la técnica (siempre intravenoso) y el riguroso calendario de Ferrari, la EPO se dejaba de detectar a las 12 horas de la reinfusión de la bolsa de sangre. Doce horas pueden transcurrir perfectamente entre el final de una etapa y la salida de la siguiente, y más si "respetamos las horas de descanso nocturno" para no hacer controles.¿Quieren más de este estilo? Punto 86: "la cortisona se utilizaba habitualmente en el equipo, aunque no hubiese un certificado médico válido para uso".

Con este contexto, resulta sencillamente increíble que Hincapié diga que en 2006 -curiosamente, igual que su compinche de Girona Vande Velde- vio la Epifanía y dijo "no" al doping. Visto el paupérrimo resultado del Discovery Channel en ese Tour, puede ser, pero seguro que recuerdan el rendimiento de Hincapie en ese mismo equipo durante el Tour 2007, especialmente el descenso del Peyresourde que hizo para su jefe de filas -sobrevenido tras la expulsión de Basso- Alberto Contador. Y como andaba Leipheimer en ese Tour, claro.

En el punto 94 dice que no vio nada de doping en sus dos años en el Columbia, ni en los tres que ha estado en el BMC. Termina diciendo que admira y respeta a Armstrong, que se doparon porque "los controles antidopaje no eran muy buenos" -se lo juro, punto 100- y que ¡viva el ciclismo!, o algo así. Les recuerdo que Hincapie tiene una marca de ropa con su nombre, de dudoso gusto estético, que fabrica -entre otros- ropa de ciclismo. Normal que intente chiudere in bello, como se dice y se hace en Italia.

Otra cosa es que lo logre. No me cabe ninguna duda que, pasada la tormenta, los Julich, Yates e Hincapies volverán al pelotón con puestos directivos, pregonando las mismas tonterías que dicen Vaughters o Millar, pero siempre habrá que preguntarle sobre si, dado que al parecer todos iban con lo mismo -una de las grandes mentiras de los dopados para justificarse, e Hincapié la utiliza en repetidas ocasiones-, como el podía lograr las cosas que lograba con ese cuerpo. Habrá que preguntárselo entonces y siempre. Como a todos.
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Lo del Lampre no tiene nombre. Por sorpresa, se jubilan Marzano (32 años) y Righi (36 años). Ambos pasarán a formar parte del equipo técnico de este extraño equipo. Otro extraño corredor italiano como Carrara lo deja con 33 años, tras no rascar bola varias temporadas. Se lleva con el la foto de su victoria en la Vuelta a Luxemburgo 2010, por delante de Frank Schleck y Lance Armstrong.
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La Vuelta 2013 se presentará al principio de enero, y ya se va sabiendo parte de la ruta. Etapa en el lago de Sanabria - parece mentira que la Vuelta nunca haya llegado ahí- y, especialmente, la penúltima etapa con final en el Angliru. Supongo que después cogerán el AVE a Madrid...ah, que no está hecho...bueno, pues bajarán de la cumbre, irán al aeropuerto que dista 50 km y llegarán a Madrid para una etapa de 100 km al día siguiente.
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López Solomillón considera que el Mundial tendrá con Ponferrada el mismo efecto que el Guggenheim con Bilbao: pondrá a la ciudad en el mapa. Y un curioso pensamiento económico: "van a ser diez días en los que todos los hoteles y restaurantes de la zona van a estar repletos de gente, lo que va a suponer una inversión de dinero importante".

No, no, eso no es la inversión: eso es el retorno de la supuesta inversión, nada menos que 15 millones de euros. De partida, que al final serán muchos más. Estoy seguro que si cogen un tercio de la mitad de un cuarto de esa cifra y la reparten entre los "hoteles y restaurantes", sacan más dinero que el imaginado por López Solomillón. Y el resto del dinero puede ir a imprimir 30 millones de mapas con Ponferrada en el centro.

Va a ser un desastre, se lo aseguro. Económico y deportivo.