viernes, 21 de diciembre de 2012

Desaparece Banesto, sigue su marca

Ayer mismo se conocía que Nissan, poderoso copatrocinador de RadioShack, pedía no aparecer en el maillot del equipo el próximo año. Seguirá pagando el año comprometido, pero prefiere que no aparezca su marca, al igual que Rabobank o T-Mobile en el pasado. Así es el ciclismo de hoy en día, y no hay que culpar a los dirigentes nipones (o franceses, visto que la empresa está integrada en Renault) por su decisión, habida cuenta que el año pasado conducía el coche de equipo -Nissan, claro- un tal Johan Bruyneel.

Unos días antes también se conocía que el Banco Español de Crédito, más conocido como Banesto, va a desaparecer como marca independiente tras más de cien años, integrándose al fin dentro del Santander. Si se fijan, era el banco que tiene las mejores y mejor ubicadas sedes en las ciudades españolas, y sobre el que el abuelo Botín aleccionaba a su hijo con un modelo a imitar. El viejo defraudador en Suiza no lo llegó a ver, pero la familia santanderina se hizo con el banco en 1994, previamente saneado con el dinero de todos los contribuyentes tras la plaga gallega que le cayó encima en forma de Mario Conde.

La ocasión es propicia para reflexionar sobre el patrocinio en el ciclismo, y con un ejemplo de los que se encuentran pocos, especialmente en España. Banesto comenzó a patrocinar el equipo navarro Reynolds en la temporada 1990, primero como copatrocinador en el Tour y, a partir de 1991, como único anunciante. Así estuvo hasta 2003, esto es: mucho tiempo después de la debacle de Conde.

Entró como parte de la estrategia de imagen -la más importante en la mentalidad netamente rural del banquero de Tuy (Pontevedra)- del banco en aquellos años, que se representaba a sí mismo y a su dirigente como la nueva España -otra vez más-, que está vez venía a lomos de la gomina y el traje italiano de rayas y hombreras. El ciclismo, por entonces, era muy popular.

A Conde le duró poco. O mucho, según como se mire: apenas tres años, pero en los que consiguió el indudable éxito de ver su marca/imagen vinculado a los éxitos de tres Tours de Francia y dos Giros de Italia.  En todo caso, lo que si es seguro es que no le sirvió de mucho, igual que su costosísima cartera de inversiones industriales: cayó con todo lo puesto, por fortuna para todos.

El patrocinio continuó al margen del devenir de la empresa y de su impulsor. Continuó incluso más allá de Indurain y del recambio que vendieron los medios, el siempre criticado y sin embargo grande Abraham Olano, llegando a rizar el rizo vendiendo la moto de Jose María Jiménez, Zulle -que duró 18 meses en el equipo- y caer en una siniestra decadencia con los Osa, Piepoli, Mercado, Pascual y Mancebo.

Esa época final de tres años se evidencia en el nombre, el "ibanesto.com". Era cuando la burbuja tecnológica del 2000, y algún banco llegó tarde y tuvo que poner delante la "i". Hasta el maillot era horrible, una cosa a medio camino entre un castillo fallero y pesadilla de Dalí, y que junto a otros muy recordados pertenece al selecto grupo de los más feos de la historia del ciclismo.

Sin embargo, y gracias a este largo patrocinio y la figura de Miguel Indurain, la marca Banesto seguirá viviendo a pesar de que el banco vaya a desaparecer. Lo seguía haciendo cada vez que sale una foto del gran campeón navarro, y probablemente surtiendo efectos positivos en el banco, porque siempre consiguieron alejar de su imagen pública el flagelo del dopaje para este deporte. Eran otros tiempos y bueno, se podía decir alegremente que Indurain llevaba una preparación "científica" y decir el nombre del médico, el entonces celebérrimo y ahora caído en desgracia Sabino Padilla.

Ma quanto eravamo belli
Banesto pasará a formar parte de otras marcas históricas del ciclismo como Salvarani o Faema. En unos años, las nuevas generaciones se preguntarán que era lo que anunciaba Banesto, igual que ahora nos preguntamos por los patrocinadores históricos de Gimondi y Merckx que, aunque siguen existiendo (y en el caso del primero todavía hacen referencia a un patrocinio de hace cuarenta años), hace tiempo que desaparecieron de la memoria.

Siempre he creído que el ciclismo era un magnífico vehículo de promoción comercial. Largas horas en televisión y en otros medios, presencia duradera y un ámbito internacional que favorecería que empresas implantadas internacionalmente -hace unos años se habló de Ikea- difundiesen su imagen. Sin embargo, el ciclismo sigue teniendo patrocinadores locales o que no explotan al máximo todos los recursos de su inversión, porque ya me dirán que impacto tiene Sky en España.

Y eso cuando los tiene: Nissan, que encaja perfectamente con el tipo de empresa multinacional y de bienes de consumo que tiene en el ciclismo un magnífico canal comercial, llega a preferir omitir su nombre y seguir aportando dinero que ver su nombre vinculado al ciclismo. Todo se debe al dopaje, aunque lo digan. Desaparece Banesto, pero sigue su marca y los valores positivos asociados a su inversión en ciclismo mientras veamos fotos de Indurain. No pasa lo mismo con Gerolsteiner, Phonak, Kelme o Discovery Channel, por poner sólo unos ejemplos. El dopaje y sus efectos nocivos también son esto, y algunos no se darán cuenta hasta que desaparezca todo.
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López Solomillón, nuevo presidente de la RFEC, nombra seleccionador a su amiguísimo Mínguez, que alguno recordará de los tiempos pre-Internet: no dirige un equipo ciclista desde el año 2000, cuando desapareció Vitalicio. Antes estuvo en BH y Amaya. Una vez en TVE, cuando hacían contenidos extras a la mera retransmisión de la Vuelta, pusieron que tenía una gestoría en su Valladolid natal.

Pues con ese bagaje y esa cultura que da estar trece años fuera del ciclismo, vuelve Mínguez. Y vuelve porque es amiguísimo de López Solomillón. Así es España, donde prima el mérito y el proyecto a relaciones clientelares, paterno-filiales, y el puro y simple oportunismo. Les avisé que con este presidente de la RFEC tendríamos (aún) más caos y entropía y, aunque nombrar seleccionador nacional a Mínguez entra dentro de lo previsible (es como si en Francia nombrasen a Guimard o en Italia a Stanga, ya me entienden), no me imaginaba que todo fuese tan cruel con este deporte.
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(Relacionado con lo anterior) Unos días antes supimos que en la nueva junta federativa estaría, en calidad de  vicepresidente, el alcalde de Ponferrada.
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Ya se ha filtrado que la penúltima etapa de la Vuelta 2013 tendrá la subida al Angliru, por sexta vez en la historia. Para el evento ya han empezado las campañas de propaganda, cada día más mezquina y voraz: parece que llega Mr. Marshall. Es normal, porque hay que vivir de la ilusión los próximos nueve meses, pero la realidad es otra muy diferente, y que empieza por el hotel construido en el inicio de la subida. Fue construido con subvenciones públicas, como todo en la zona, y no tiene clientes que justifiquen su apertura. Es pasto de la ganadería y de sus excrementos, como se lee detalladamente en la noticia.
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Sally Jenkins fue, en su día, la coautora de la (primera) biografía de Armstrong, la que más vendió y que sirvió de inspiración a Alberto Contador o Loyola de Palacio, entre otros. Ahora se desmarca, dice que por cuestiones objetivas y no por ese vínculo con el tramposo, de la corriente generalizada -menos en los ciclistas españoles- de revisitar al ídolo. Lo hace con una columna en el Washington Post que es de vergüenza. Defiende el dopaje porque todos lo hacían, y afirma haber leído el informe de la USADA: estoy seguro que no, porque de ese informe sale bien claro que no todos se dopaban, y no todos se dopaban con la misma, digamos, intensidad.

David Walsh, que también ha publicado libros de interés decreciente sobre Armstrong y de sentido totalmente contrario, ha respondido -está de promoción de su último libro, escrito a toda prisa y con resultados previsibles- a Jenkins sin medias tintas y, lo más interesante, criticando al Post por haber permitido publicar tamaña mierda de columna.
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Arribas ejecuta uno de sus artículos más nauseabundos, y eso es decir mucho. Consigue dar su toque personal a la noticia de la próxima vinculación del antidopaje del CSD a la AEA, llamando "arqueóloga" -con lo que eso significa para el otrora prestigioso periodista- a la que ha impulsado todo el proceso. A buen entendedor...También califica la lucha contra el dopaje en España de "gran teatro", donde sin duda el tiene el papel de bufón.
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Vaughters gana por segundo año consecutivo el premio de cyclingnews.com a mejor cuenta de twitter de no ciclista, y con una buena sarta de argumentos. El siniestro bufón que va de limpio y vive en Girona no se lo ha tomado muy bien el completísimo análisis de sus gilipolleces en 140 caracteres y dice (por twitter, claro) que "Gotta say, I am flattered by analysis of my twitter feed. It's not PR bullshit. Just a window into a trying world", que viene a ser algo así como "me han pillado en mi ego rampante, pero voy a decir que sólo estoy experimentando con un nuevo medio".
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Cualquier ocasión es buena para pillar una borrachera. Wiggins, el mejor ciclista del año, ya apenas necesita excusas. En el mismo periódico -el más visitado de todo Internet- describen un invento perfecto para Wiggins.
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Cancellara, que es un ciclista que no me cae precisamente simpático, y que está endiosado hasta unos límites que impiden reprocharle que se fuese recto en una curva de los Juegos Olímpicos, dice en una entrevista que los fichajes de Hondo y Devolder por el RadioShack suponen "un refuerzo y dos buenas bazas para poder jugarse las carreras". Pffffffffffffffffffffffffffff...................
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El domingo por la mañana falleció atropellado, al ser embestido por detrás, Iñaki Lejarreta. Era un tramo urbano, con arcén de dos metros. Iba a ser padre en enero. Dicen que, en contra de lo que dicta el sentido común y las circunstancias del accidente, el chaval al volante venía de pasar la noche de voluntario en la Cruz Roja. Conozco esa forma vasca de exculpar.

Apunto una estadística: el porcentaje medio de los conductores que dieron positivo por drogas en las carretera europeas entre 2006 y 2011 fue del 1´9%; en España, en ese mismo periodo, fue del 7´64%, especialmente marihuana y cocaína. Ah, y el 41% de los fallecidos en accidente de tráfico mientras conducían -no valen sus víctimas ni acompañantes-, el-cuarenta-y-uno-por-ciento, iba drogado. En España. Pero no se si el País Vasco es también España para esto.

(Días después de escribir esto sale la noticia intuida) El conductor iba drogado, no se sabe de qué. A los pocos minutos, la Ertzaina dice que a lo mejor era de un medicamento que le dieron para superar el shock. ¿Se lo dieron cuando todavía estaba el cadáver de Iñaki en la calle con la manta dorada encima, o después?. Ah no, que venía con certificado médico. Como un ciclista.

Y eso de que tampoco se sabe nada de su identidad...en el País Vasco, donde se conoce todo... en fin, lo dicho: conozco esa forma vasca de exculpar. Ahora, cuando se conozca su identidad, vendrá la propaganda de "es joven, cometió un error, es destrozar una vida además de la que se ha perdido, sólo escribía poesía y nunca se manchó las manos, ha dado positivo por Nandrolona, pero es porque le han engañado a sus 22 años ..."

Pues no: que lo encierren en la cárcel y tiren la llave. Pero no lo van a hacer. Nunca lo hacen. Es de los nuestros. Perdón, de los suyos. Se que es incómodo decir esto, pero si el conductor hubiese sido marroquí estoy seguro que el caso y su tratamiento informativo hubiese sido completamente diferente.