miércoles, 3 de octubre de 2012

Como si no se hubiese ido Zomegnan

Recorrido del Giro de 2013
Esta vez no hubo lío, al revés del año pasado, con la presentación del recorrido del Giro 2013: ni el Tour filtró su recorrido, ni ambas grandes rondas se solaparon en su puesta de largo. RCS Sport aprovechó el tirón del Lombardía para presentar su carrera-estrella este domingo, y ahí están las reacciones.

La más difundida consiste en afirmar que es un recorrido para Wiggins, y todo porque tiene tres cronos (CRE, CRI y cronoescalada), la más importante de ellas una individual de nada menos que 55 kms, una distancia rara vez vista en el Giro de la última década -salvo la inolvidable de Cinque Terre del Giro 2009-, todo un guiño al corredor británico.

El ciclista pergeña en su campaña de honrar los lugares sagrados del ciclismo; al contrario que Armstrong, que vivía únicamente para el Tour, Wiggins corre Paris-Roubaix, Mundial, Giro -lo hizo en 2010, y dice que eso le costó el Tour- y ahora va a ir a los 6 días de Gante. De hecho, han filtrado el rumor de que el próximo año querría hacer Giro-Vuelta, para ganar las tres grandes. No me lo creeré.

A mí el recorrido del Giro no me parece para Wiggins, me parece un recorrido típico de Zomegnan, como si esa calamidad del ciclismo no se hubiese ido -expulsado- tras sus muchos dislates; parece un recorrido hecho por un fan (¡venga, Gavia y Stelvio en la misma etapa! ¡venga, Galibier!), un recorrido que desprecia el ciclismo como deporte de resistencia -las etapas de montaña no pasan de 150 km- y que confunde espectáculo con dislate.

La carrera comienza en la tremenda Nápoles. La que tenía que haber sido, por historia y geografía, la capital del Mediterráneo, es un agujero de millones de personas donde convive la pobreza con el lujo suntuoso, y que siempre ha dado la espalda al ciclismo: la carrera no salía de aquí desde 1961, y pasa en escasas ocasiones por la ciudad. Este pintoresco lugar de salida dará mucha noticia y espectáculo, pero en la sección sucesos: al tiempo.

Será una etapa llana de 150 km., consistentes en dar vueltas a un circuito urbano por el lungomare napolitano en dirección al Este: Bagnoli -una zona industrial abandonada, perfecta para un escenario de apocalipsis zombie-  y Posilipo, y vuelta al centro de Nápoles con final en la plaza Plebiscito, la misma que sale en tantas y tantas películas del buen cine italiano. También del malo.

Al día siguiente, domingo, los organizadores han puesto la CRE de 17 km. en la vecina isla de Ischia, pero sin usar sus fuertes pendientes: será un fin de semana perfecto de promoción de Nápoles y su golfo, porque como repito muchas veces, al menos siempre nos quedaran los paisajes y la realización de televisión, aunque también está bien recordar que en el inicio del Giro 2011 en Turín no sacaron nada de la ciudad.

La semana empieza con una etapa de media montaña de 210 km. y nueva promoción turística: se sale de Sorrento y se recorre toda la costiera amalfitana, pero al principio de la etapa, cuando no hay televisión, una idea realmente brillante y clásica de Zomegnan. Después se sigue al lado del mar por el Cilento, ganaderías de búfalos de agua para la mozzarella, la impresionante Paestum -¿lo sacarán en la tele? lo dudo- y final con dos subidas no muy duras, pero encadenadas.

La carrera sigue hacia el sur, con dos etapas completamente calabresas siguiendo de nuevo la carretera junto al mar y el Tirreno: la primera es una etapa complicada con 240 km. y donde en el km. 200 se sube un pequeño puerto a la salida de Vibo Valentia y en el km. 225 se salva un desnivel de 800 metros que después llanean:  un final muy parecido al de Lago Laceno de este año; la segunda es llana siguiendo la carretera al lado del Jónico y final en la ciudad troglodita de Matera -ahí si que vive la gente en cuevas-, con el típico final italiano de subir al núcleo habitado.

Prosigue el llano y las carreteras al lado de la costa el jueves, esta vez ya en el Adriático y en la costa de Puglia: 150 km. y sprint cantado tras pasar por Bari y hacer un circuito final en una zona muy bonita de lagunas costeras: es como la Albufera antes de la destrozasen. El viernes hay montaña complicada, no tanto por la altura como por las carreteras: en los 160 km. entre Sansalvo y Pescara no hay un km. llano, ni recto, y la organización ha indicado cuatro puertos puntuables, pero podrían haber sido quince: es una etapa ideal para encerronas.

El sábado llega la anunciada crono de 55 km., con final en Saltara, tradicional llegada de la Tirreno-Adriático. El recorrido no es llano, aunque tampoco tiene subidas importantes: el primer tramo hasta Pesaro va pegado al mar, y después se mete tierra adentro para ir subiendo lentamente hasta el final de etapa. El viento será un factor importante. El fin de semana se completa con una etapa toscana con final en Florencia y que pasará por el circuito del Mundial del próximo año, además de cuatro puertos de montaña y un recorrido de 180 kms. muy complicado y díficil por el cansancio acumulado.

Tras el primer día de descanso, la carrera reinicia la marcha el martes con una etapa de alta montaña, la primera de la carrera y justo después de esos días de descanso que tan mal hacen a algunos, y tan bien a otros: 160 kms. en el Friuli con dos subidas poco exploradas, como en general toda la región fronteriza con Austria y Eslovenia, el Lanza (15 km. al 8´5% medio, los cinco últimos al 10% medio) y final en la meseta de Montasio -todavía se encuentran cadáveres de la I Guerra Mundial- tras 10 kms al 8´5% de media. Reventará más de uno, especialmente los que hayan salido bien de la crono por ser especialistas.

Al día siguiente otros 180 kms. con la estrella de los 22 kms. de subida al Campigotto, otro puerto semidesconocido,  paso complicado por Piave de Cadore -otro lugar mítico de la I Guerra Mundial- y final en cuesta en Vajont, donde en 1963 un embalse que llevaba construido sólo dos años mató a 2.000 personas. Como se cumplen 50 años, ahí va la enésima etapa-homenaje del Giro.

Tras un ridícula etapa de sólo 127 km. y final en Treviso -perfecta para escapadas: no es llana-, y otra de 242 kms. -será para compensar- con final en Cherasco y totalmente llana salvo la parte final -que es exactamente igual que la del Giro del Piamonte en los años 2010 y 2011-, los ciclistas ya se situan para el fin de semana en el Piamonte, sinónimo de montaña.

No les debe haber parecido suficiente a los organizadores lo que ofrece la región italiana, que no han tenido mejor astracanada de idea que, tras una etapa sabatina de 150 kms. con final en la estación de esquí de Bardonecchia (se sube Sestriere desde Pinerolo, como en la mitológica cronoescalada de 1993, y la subida final al Jafferau son 7 km. al 9%: no se subía ahí desde los tiempos de Fuentes y Merckx), el domingo cruzan a Francia para subir ¡el Galibier!.

Los italianos se celaron mucho con la impresionante etapa del Tour 2011 y final en el Galibier. No tanto por el impresionante espectáculo de la cabalgada de Andy Schleck -eso es lo de menos-, sino por lo del final más alto jamás disputado: por eso este año pusieron el final en el Stelvio, después de 30 años. Ahora llevan la carrera italiana al Galibier: dicen que para homenajearlo.

No se homenajea el Galibier con una etapa de 150 kms, subiendo el Moncenisio por la parte durísima (25 km. al 7%) y después Telegraphe-Galibier. El Galibier requiere desgaste previo, y dudo mucho que lo haya con ese ridículo kilometraje previo acumulado: parece un Giro diseñado para ir al tran-tran, que no se gaste mucho que después viene el Tour. Ahí si que veo un Giro para Wiggins, y no en la crono de 55 kms, que más bien parece anti-Joaquim Rodríguez. Tan de Wiggins que probablemente el Galibier no se pueda subir porque estará lógicamente nevado e impracticable, como todos los mayos desde que existe el mundo.

Y bueno, queda la mítica última semana del Giro. El segundo día de descanso no sirve para salir del Piamonte, y una etapa de 237 kms. el martes empieza bajando el Telegraphe -se lo juro-, subiendo el Mt. Cenis por la parte fácil (y si se han fijado en la ortografía, por la parte francesa) y subida complicada y dura de 6 kms. antes del final en Ivrea, la ciudad de Olivetti. Si, venida a menos como las máquinas de escribir.

El miércoles etapa llana de 200 kms. con final en Vicenza y el jueves la cronoescalada de 20 kms, bastante atractiva: al revés de aquella tontería de cuesta de cabras que fue Plan de Corones -y ganaban Garzelli o Pellizotti-, la cronoescalada vuelve al Giro con un recorrido que sube sólo a 1.200 metros -y con vistas al Lago de Garda- salvando un desnivel de 1.000 metros y un descanso en el centro: lo que tiene que ser una cronoescalada, vamos.

¿Y dónde está la terrible tercera semana? Pues empieza el viernes con ¡138 kms. de etapa! -qué vergüenza-   y subida al Gavia, el Stelvio y final en Val Martello:  63 kms. de subida acumulada, de la que la final aporta 22 al 6´4% y un km. final al 10%). Eso si se sube todo, porque esos puertos también suelen estar impracticables en mayo; y termina el sábado con la única etapa de montaña por distancia de todo el Giro: 242 kms con Costalunga, San Pellegrino por la parte corta (y son 15 km), el durísimo Giau, Tre Croci y final en las Tres Cimas de Lavaredo.

La subida mítica, que volvió al Giro tras 20 años de ausencia en 2007 -y para que ganase Riccò, que vergüenza- será el juez de la carrera tras una etapa durísima con 50 km. de subida y un desnivel acumulado cercano a los 5.000 metros. A ver si esta vez gana un campeón y no un impostor. Al día siguiente, pasarela final en Brescia.

A mí es un Giro que no me gusta: las etapas de montaña no tienen fondo y apenas disimulan que están diseñadas para que venga gente que después tenga en el Tour su objetivo. No es casual que Contador ("al Giro, nunca más") acudiese a la presentación. Ni que Wiggins tontee con la posibilidad de correr. Eso sí que sería un cáncer para la carrera: el Sky controlando como el UsPostal las etapas de montaña -es un decir- de 130 km. Muchos puertos no se podrán subir por la nieve.

Es cierto que se han suprimido los estúpidos traslados, pero se ha metido una CRI que asusta por su distancia y que aleja a escaladores, apenas compensada por una cronoescalada que tampoco es para escaladores puros. Y una primera parte de carrera sin apenas trampas. Es difícil saber a qué corredor favorece el recorrido (S. Sánchez y sus 35 años quieren participar), quizás sea la oportunidad para una nueva figura, si la carrera puede aguantar otra sorpresa como la de Hesjedal. Veremos.
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Magnífico análisis del problema del Euskaltel con los puntos.