sábado, 14 de noviembre de 2009

UNA CANCIÓN ANIMAL.



I – LA TERNURA.

La hembra, vestida de ternura, no es grito, ni piedra, ni llanto, ni trampa. Es el primer movimiento del agua natal, invariable, definitivo. Y una lengua sin hostia pronunciando el silencio del beso que protege.
 


 II – EL COLOR.

El cuerpo aflora, florece, se desflora (cuando cae la hora del amor, los que no saben de amor, se aman). El cuerpo inventa su propia hoguera. Su música. Su pincel de ojos abiertos.



III- LA LIBERTAD.

Ni un nido degollado. Ni un ramalazo impune de tormenta. El imperio que no dimite ante el anzuelo oxidado de lo humano. El viaje que se fuga por el placer flotante de una nube entreabierta.  La libertad, que, sin cantar, canta.



VI – EL MISTERIO.

Un paréntesis negro encierra lo nocturno y lo fértil. Una zarpa esboza la memoria imperiosa del fuego. El lujo de una boca que devora lo fútil. Como el amor. Pero más.



V- LA MAGIA.

Fosforescencias enquistadas en la espalda del océano. El color reproduce los gestos del mediodía. Las formas asimilan el fervor de la noche. La magia y la marea se funden en un rítmico movimiento de cópula.
 



VI – LA SENSUALIDAD.

La silueta demorada. El aliento prorrogado en la nuca de la tarde. La línea perfecta de la carne trazada sobre el salto. El día tiene la forma de un largo escalofrío de seda.



VII – LA INOCENCIA.

Pupilas que se amontonan en los márgenes del tiempo. Un desconocimiento absoluto de la herida. El animal camina la ruta del verde, inocente.



VIII – LA FUERZA.

El hambre, sabida de antemano, se doblega ante el golpe del instinto. La arcaica criatura hace girar la rueda de la vida asestándole al sol su porción de muerte.



IX – LA AVENTURA.

Caer en un oasis pleno de la luz, caer en la maraña seca de los vientos, caer en los ásperos archivos del desierto. Buscar la remota dificultad de una estrella y Dar el salto definitivo.



X – LA BELLEZA.
 
La nota de la más fresca ferocidad en un mapa de luz donde se mencionan los nombres de todos los sueños perdidos (pequeños sueños como islas en los ojos dorados donde danzaron las piernas de la última lluvia). La respiración que cae y se parte. La belleza.
Raquel Fernández..