jueves, 6 de marzo de 2014

La historia es la siguiente (Sueño con serpientes)







Camino por una banqueta llena de gente, no se puede avanzar con tranquilidad sin que a uno lo pisen, de pronto miro a un niño pequeño, éste está comiendo con mucha enjundia una tortilla que su madre le dio; se me encoge el corazón, dentro mío, pienso, es horrible saber que lo más probable es que él y muchos otros mexicanos estamos comiendo maíz transgénico. El campo mexicano es un gran negocio para las transnacionales, las cuales Calderón (fecalito) entregó en el año 2009, pasándose por el culo el Artículo Cuarto de nuestra Constitución. Entonces vuelvo la vista a mi derecha y encuentro del otro lado de la acera a un señor tirando cáscaras de plátano al suelo, mirándome como si tuviera un carrito de tacos al pastor delante suyo... Me alejo un poco de todos y vuelvo a mirar el paisaje de mi Cuidad surrealista tercermudista y lo que a mí me enseñó aquél paisaje es que es el grado de manipulación al que está sometida la clase media mexicana lo que nos tiene en esta mierda de la bacinica social. El sistema de juicios y valores plutocrático-neonovohispano que nos han enseñado y que habita en nuestro consiente y subconsciente por el cual sin cuestionarnos aceptamos como bueno, deseable y correcto lo que hace la “gente bien” y como malo, arriesgado e ilegal lo que hace “la nacada”: detrás de este sistema que la clase media llevamos años comprando como religión algo más que sencillo: siempre nos separamos unos de los otros.  Por ejemplo, a unos los colocan como gente que sobrevive con sus negocios informales, pequeños y medianos, los que no llevan  jugosos millones de pesos en publicidad, y están los que que sí llevan los grandes empresarios, los que tienen la órbita de control, a quienes no benefician económicamente en nada a México. Pero ellos son vistos como mejores y que ofrecen un mejor producto y servicio, aunque así no sea. Ahora mismo no quiero llegar a un punto concreto, sólo quiero o más bien les pido que utilicen su circuito humano neuronal de la razón y el sentido común y bloqueen el centro neuronal del miedo que compartimos con los animales. (ja). Que cuestionen y no se queden conformes con lo que dicen los supuestos jefes de Estado y el gobierno en general, cuando dicen  "todo está bajo control" "que esto nos conviene y lo otro no" "lo bueno y lo malo". ¿Realmente cree usted, lector, que somos libres? De ninguna manera lo somos, por donde miremos están nuestras cadenas atando y debilitando nuestro espíritu.