martes, 21 de mayo de 2013

Con Intxausti basta

Haciendo la X, dicen que por Tondo; yo creo que por @Juan_Guti
Elementos del ciclismo: distancia, recorrido quebrado, una subida poco antes de meta, valentía y ataques. Una fórmula antigua y que admite variaciones, pero que nunca falla: simplemente hay que mezclar los ingredientes en la proporción justa.

Ayer fue día de descanso en el Giro y la caravana afrontaba una espectacular etapa de 238 km. bajando el Telegraphe de salida, subida al Mont Cenis para que se formase una fuga, 100 km. de llano y subida complicada antes del final en Ivrea.

No es una zona por donde pase el ciclismo habitualmente: frontera con Francia en noroeste del Piamonte, llegada a una ciudad que vivío una especie de fiebre del oro en los 50 y en los 60 con Olivetti, y que desde entonces vive una espléndida decadencia. La escapada se formó como previsto, y fue muy numerosa: 22 ciclistas.

El problema es que entre ellos se había colado Damiano Caruso, el italiano llamado a última hora para sustituir a Basso en el Cannodale y que quería aprovechar el despiste propio del día después de la jornada de descanso, pero la jugada le salió mal. A él, y a todos los de la fuga, condenada a desaparecer porque por culpa de Caruso jamás pudo coger más de 4´.

Se neutralizó cuando, tras el primer paso por Ivrea a 30 km. de meta, los ciclistas afrontaban la subida a Andrate, un extraño topónimo italiano que parece una mezcla de vasco y gallego. Entre casas unifamiliares, con todo el pueblo volcado, los fugados intentaron un último cartucho, y fue a cargo de Herrada y Verdugo, ambos españoles.

Scarponi atacó en el grupo, pero no hizo mucho camino; en todo caso, Nibali salió a su caza como si fuese un auténtico enemigo para la general. El ritmo se hizo duro y muchos corredores se quedaron: es así de triste, pero la distancia de la etapa -la subida se afrontó con 220 km. en las piernas- o el día de descanso, hicieron más selección que el Galibier.

Entre los corredores damnificados, Kiserlovski y, especialmente, Santambrogio, que pasó fundido por la cumbre y que perdió en meta con los favoritos unos dos minutos, que podrían haber sido muchos más de no haber recibido la ayuda de su compañero Gatto. Cae de la cuarta posición a la sexta, pero no significa que esté eliminado para el podio.

Betancur atacó poco antes de coronar el puerto de Andrate, y se unió Samuel Sánchez en el descenso; no hicieron hueco alguno, pero dieron continuidad a lo que estaba convirtiéndose en otra más de esas etapas deliciosas de este Giro, siempre en los días más inesperados y lejos de los grandes nombres del ciclismo. Y qué más da.

Entre ataque y contraataque -no había ningún equipo que controlase-, se formó un grupo con Intxausti, Kangert -tremendo el estonio-, Niemec y Gesink, que con su tradicional mala suerte pinchó a un km. de meta, cuando los fugados ya se iban a jugar la victoria. Tenían tanta ventaja que se pudo asistir a un final de tensión y nervios a ver quien lanzaba el sprint.

Se atrevió el polaco, al que el cambio a un equipo de nivel como el Lampre le ha sentado estupendamente -siempre había sido un buen escalador, pero en este Giro esta a un nivel desconocido-, lo secundó Kangert y un brillante Intxausti, que ejecutó de manual la llegada al sprint, esperó a los últimos 100 metros para, pegado a la valla, superar a ambos y lograr la victoria de etapa.

El joven vizcaíno tiene 27 años y anda merodeando el top-ten en la carrera, donde lució la maglia rosa un día. Su victoria es muy importante, no tanto para su equipo -ya había ganado dos etapas con dos corredores diferentes, una más y se ponen en cifras del Festina en el Tour 1997 o el Saunier en el Giro 2007- como para el mismo.

Hasta ahora sus victorias eran dos: etapa y general de la Vuelta a Asturias del año pasado, un escaso bagaje para un corredor que se destapó en 2010 en el Euskaltel acabando segundo en la Itzulia, y que podía haber sido más si no hubiese corrido en función de su jefe de filas S. Sánchez. De aquel tiempo queda el lema Intxausti askatu.

Ahora corre por libre; en el Movistar, pero con un calendario diferenciado que le permite crecer lejos del Tour y la obsesión de sus directores; en su generación, donde apenas tiene compañeros de su nivel en cuanto a su región o su país; en sus exigencias, porque todo lo que consiga estará bien, una vez que ha escapado de equipos donde querían que ganase con 22 años.

Últimamente -bueno, desde hace años- andan las plañideras del ciclismo lacerándose sobre que no hay relevo generacional y que en España nos adentramos en una época de oscuridad en cuanto a ciclistas; si tiene que haber un relevo generacional al murciano de la bolsa de sangre, al vegetariano sobrevenido de Pinto, al vasco de Oviedo positivo con 18 años y al catalán de bolsillo que mejora con 33 años, mejor que no lo haya.

No es una cuestión de victorias, es una cuestión de que las victorias vienen o no vienen, pero no pueden ser a cualquier coste. También entre 1976 y 1983 sólo estaba M.M Lasa, y ni siquiera se iba al Tour. Me da igual que Intxausti esté solo en el panorama ciclista vasco de su generación o en el español, porque con Intxausti basta.
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La actual pareja (oficial) de Tiger Woods, la esquiadora Lindsay Vohn, realiza turismo médico en Austria en la clínica de un conocido médico de la RDA. A mí me encanta que, en vez de ser un piso franco a lo Eufemiano, esté patrocinado por la conocida marca austríaca de bebidas energéticas, y que esté en una antigua fábrica del siglo XIX. Es todo tan evocador....